El rugido de la criatura resonó en toda la Ciudad Olvidada, sacudiendo los edificios y levantando una nube de polvo y energía oscura.
Tsukihiko sintió su piel arder, como si algo dentro de él respondiera al llamado de la bestia.
Kaoru, con su espada aún alzada, retrocedió con cautela.
—No sé qué demonios es eso… pero definitivamente no es un cambiaformas normal.
Renji apretó los dientes.
—Porque no lo es.
Minoru, con una expresión extrañamente calmada, miró a la criatura como si estuviera analizando un viejo acertijo.
—Parece que el Pacto de los Reyes no solo mantenía el equilibrio… también era una prisión.
La bestia giró su enorme cabeza, sus ojos rojos ardiendo con una intensidad inhumana.
—Después de siglos… finalmente soy libre.
Su voz era un eco de múltiples tonos, como si varias entidades hablaran al mismo tiempo.
Tsukihiko sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Quién eres?
La criatura sonrió.
—Soy el principio y el final. El primer cambiaformas. Aquel que fue sellado cuando el mundo temió su propia existencia.
Kaoru apretó los dientes.
—¿Qué significa eso?
Renji inhaló lentamente.
—Significa que este… no es solo un cambiaformas.
Minoru terminó la frase por él.
—Es el origen de todos nosotros.
El silencio cayó sobre el grupo como una losa.
Tsukihiko sintió el peso de esa verdad aplastándolo.
El ser ante ellos era la fuente del linaje de los cambiaformas.
Y había sido sellado por los Linajes Perdidos.
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La Ira del Primer Cambiaformas
El monstruo flexionó sus garras, observando la ciudad con una mezcla de nostalgia y desprecio.
—Cuando los Linajes Perdidos descubrieron mi existencia, temieron mi poder. Me sellaron aquí, robándome mi derecho a gobernar.
Sus ojos se clavaron en Tsukihiko.
—Pero tú… tú eres su heredero.
El sistema vibró en la mente de Tsukihiko.
{ANÁLISIS COMPLETADO.}
{IDENTIDAD CONFIRMADA: PRIMER CAMBIAFORMAS (ESPECIE ORIGINAL).}
{ESTADO: INESTABLE.}
La criatura extendió sus alas, cubriendo el cielo con su sombra.
—Devuélveme mi trono.
El aire se volvió denso.
Y entonces, atacó.
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La Batalla Contra el Origen
El golpe de la criatura fue tan rápido que Tsukihiko apenas pudo esquivarlo.
La fuerza del impacto destruyó el suelo donde estaba parado, levantando una explosión de escombros.
Kaoru reaccionó primero, lanzándose contra la bestia con su espada.
—¡NO TE ATREVAS!
Su hoja chocó contra la piel del monstruo… y se rompió en pedazos.
—¿Qué…?
La criatura lo miró con indiferencia y lo golpeó con la cola.
Kaoru salió disparado contra un muro de piedra.
—¡Kaoru! —gritó Tsukihiko, pero no tuvo tiempo de reaccionar.
La criatura volvió a moverse, sus garras dirigidas a su pecho.
Pero antes de que pudiera alcanzarlo…
Renji intervino.
El antiguo rey levantó ambas manos y una barrera de energía dorada se materializó entre ellos.
El impacto sacudió toda la ciudad.
Renji gruñó, manteniendo la barrera con dificultad.
—¡Tsukihiko! ¡Tienes que controlarlo!
Tsukihiko sintió su respiración entrecortada.
¿Controlarlo?
¿Cómo se suponía que haría eso?
Minoru, aún de pie, analizó la situación con rapidez.
—Escúchame, muchacho. Ese monstruo no está completo. Fue fragmentado por los Linajes Perdidos.
Tsukihiko miró a Minoru con desesperación.
—¡Dame algo útil!
Minoru sonrió con malicia.
—Si fue sellado por el Pacto de los Reyes… entonces tú, como su legítimo heredero, puedes sellarlo de nuevo.
Tsukihiko sintió que la verdad lo golpeaba como un relámpago.
El trono.
El pacto.
El poder de la sangre Kurayami.
Todo estaba conectado.
—Entonces… tengo que tomar control del pacto.
Renji gruñó, aún sosteniendo la barrera.
—Más rápido sería mejor.
Kaoru, apenas recuperándose del golpe, se levantó tambaleante.
—Si crees que puedes hacerlo… hazlo.
Tsukihiko no tenía tiempo para dudar.
Corrió de vuelta al Trono de Piedra Negra.
La criatura rugió, dándose cuenta de su intención.
—¡NO TE ATREVAS!
Pero ya era tarde.
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El Nuevo Sello
Tsukihiko se sentó en el trono.
El mundo se estremeció.
Las inscripciones en la piedra se iluminaron.
Y el pacto respondió.
—¡Yo soy Tsukihiko Kurayami! —su voz resonó con una fuerza inhumana—. ¡Y reclamo el poder del Pacto de los Reyes!
El aire se llenó de una luz dorada.
Las llamas de la ciudad ardieron con un nuevo vigor.
Y las cadenas invisibles que habían sellado a la criatura resurgieron.
El monstruo aulló de rabia.
—¡NO PUEDES HACERME ESTO!
Las cadenas se enrollaron alrededor de su cuerpo, arrastrándolo de vuelta al suelo.
La ciudad entera vibró.
El sello se reactivó.
Y con un último rugido de furia, el Primer Cambiaformas fue sellado una vez más.
El silencio cayó sobre la ciudad.
Tsukihiko sintió su cuerpo caer hacia adelante, jadeando.
Kaoru y Renji corrieron hacia él.
—¿Estás bien? —preguntó Kaoru, sosteniéndolo.
Tsukihiko apenas pudo asentir.
Renji sonrió, con una mezcla de alivio y orgullo.
—Lo lograste.
Minoru cruzó los brazos.
—Impresionante. No pensé que sobrevivirías.
Tsukihiko suspiró.
—Gracias por la confianza.
Minoru se encogió de hombros.
—De nada.
Kaoru miró el cielo, donde antes la criatura había cubierto todo con su sombra.
—¿Crees que los Alfa hayan sentido esto?
Renji asintió.
—Sin duda.
Tsukihiko cerró los ojos.
La guerra contra los Alfa ya no era solo una rebelión.
Era el destino de todo su linaje.
Miró a sus amigos.
—Es hora de reunir a los nuestros.
Kaoru sonrió.
—Estoy contigo.
Renji asintió.
—Yo también.
Minoru suspiró.
—Supongo que no tengo opción.
Tsukihiko se puso de pie.
Ahora, no solo era un fugitivo.
Era el legítimo rey de los cambiaformas.
Y con ese título…
Iba a destruir el Consejo Alfa.