Capítulo 34: El Primer Golpe

La mañana de la batalla llegó con un viento frío y un cielo teñido de gris. La Ciudad de los Exiliados bullía de actividad mientras guerreros de todas las castas se preparaban para la primera ofensiva contra los Alfa.

Tsukihiko se encontraba en el centro del campamento, observando el ejército reunido ante él. Hombres y mujeres con cicatrices de guerra, cambiaformas que habían sido perseguidos por el Consejo, aquellos que habían perdido todo y ahora estaban dispuestos a apostarlo todo por la rebelión.

Shou se acercó con una expresión seria.

—Nuestros exploradores han confirmado que el ejército Alfa ha acampado en el Valle de las Sombras, a medio día de marcha desde aquí.

Renji cruzó los brazos.

—Están esperando un ataque.

Kaoru frunció el ceño.

—¿Takeshi sigue sin aparecer?

Minoru negó.

—No hay rastro de él. Y eso me preocupa.

Tsukihiko cerró los ojos un momento. Sabía que Takeshi aparecería cuando menos lo esperaran. Pero no podían permitir que el miedo o la incertidumbre detuvieran su avance.

Tenían que dar el primer golpe.

Cuando abrió los ojos, su voz resonó con firmeza.

—Dividiremos las fuerzas en dos grupos.

Shou asintió, esperando instrucciones.

Tsukihiko señaló el mapa extendido sobre la mesa.

—El primer grupo atacará directamente la entrada del valle. Es lo que los Alfa esperan, pero será una distracción.

Kaoru arqueó una ceja.

—¿Y el segundo grupo?

Tsukihiko trazó una línea alrededor de las colinas que rodeaban el valle.

—Se infiltrará por los flancos y atacará desde arriba.

Renji sonrió con orgullo.

—Buena estrategia.

Minoru soltó un silbido.

—Sorprendentemente inteligente.

Tsukihiko lo ignoró.

—Shou liderará el ataque frontal.

Shou asintió con una sonrisa feroz.

—Dales una razón para temernos.

—Renji y yo dirigiremos el ataque en los flancos —continuó Tsukihiko.

Kaoru se cruzó de brazos.

—¿Y yo?

Tsukihiko lo miró con seriedad.

—Quiero que lideres la retaguardia. Si algo sale mal, serás el que cubra la retirada.

Kaoru apretó los dientes, claramente queriendo discutir, pero finalmente asintió.

—De acuerdo.

Minoru se encogió de hombros.

—Supongo que yo haré lo que mejor sé hacer: sobrevivir.

Renji rió.

—Entonces, tenemos un plan.

Tsukihiko miró a su ejército.

—Hoy no solo peleamos por venganza.

Su voz resonó con fuerza.

—Peleamos para reclamar lo que nos arrebataron. Para que los Alfa sepan que ya no nos esconderemos. Para demostrarles que su era ha terminado.

Un rugido de guerra estalló entre los cambiaformas.

La batalla estaba a punto de comenzar.

---

El Valle de las Sombras

El ejército se movilizó con rapidez, moviéndose como un solo ser hacia el Valle de las Sombras. La tierra crujía bajo sus pisadas, y la tensión en el aire era tan densa que casi podía cortarse.

Desde su posición en las colinas, Tsukihiko observó el campamento Alfa.

Tiendas de campaña negras y estandartes con el emblema del Consejo Alfa ondeaban al viento. Guerreros de élite patrullaban los bordes del campamento, sus sentidos alerta.

Pero lo más preocupante… eran los muros de piedra que habían levantado alrededor de su posición.

Renji chasqueó la lengua.

—Se están atrincherando.

Tsukihiko entrecerró los ojos.

—Quieren obligarnos a un asedio.

Minoru suspiró.

—Lo cual sería una mala idea. Nosotros no tenemos suministros para una guerra larga.

Tsukihiko inhaló profundamente.

Tenían que actuar rápido.

Sacó la daga de su cinturón y la alzó.

—Es hora.

Renji sonrió.

—Entonces hagámoslos temblar.

---

El Estallido del Combate

La primera señal del ataque fue el rugido de los exiliados mientras cargaban hacia la entrada del valle.

Shou lideraba el asalto, su hacha brillando con energía al cortar a los primeros guardias Alfa.

Los Alfa reaccionaron de inmediato, formándose en filas organizadas y bloqueando la carga con escudos pesados.

Las flechas silbaron en el aire, pero la mayoría de los cambiaformas eran demasiado rápidos para ser alcanzados.

Desde su posición en la colina, Tsukihiko levantó una mano.

—¡Ahora!

Los guerreros en los flancos saltaron desde las alturas, cayendo sobre los Alfa como sombras.

El caos estalló en el campamento.

Renji atravesó las defensas con una velocidad letal, desgarrando a los soldados enemigos con garras envueltas en energía dorada.

Minoru, con una daga en cada mano, se movía entre los Alfa como un fantasma, cortando gargantas con precisión quirúrgica.

Tsukihiko, con su espada desenvainada, se abrió paso entre los soldados con una ferocidad que nunca había sentido antes.

Cada golpe, cada esquive, cada movimiento… era instinto.

Era la sangre de los Kurayami guiándolo.

Pero entonces…

El sistema vibró en su mente con una alerta aterradora.

{PELIGRO INMINENTE.}

Antes de que pudiera reaccionar, una sombra apareció detrás de él.

—¿Te estabas divirtiendo sin mí, cachorro?

El frío recorrió su espalda.

Tsukihiko giró justo a tiempo para ver a Takeshi, el ejecutor del Consejo Alfa, descendiendo sobre él con una espada negra en la mano.

---

El Duelo con Takeshi

El choque de sus armas envió una onda de choque que hizo temblar el suelo.

Tsukihiko sintió sus brazos entumecerse por la fuerza del impacto.

Takeshi sonrió, con su típico aire de superioridad.

—Parece que realmente creciste, cachorro.

Tsukihiko apretó los dientes.

—Y parece que sigues siendo un perro fiel del Consejo.

Takeshi rió.

—Siempre con esa boca afilada.

Se movió con una velocidad absurda, lanzando una serie de ataques que Tsukihiko apenas logró bloquear.

Pero Tsukihiko ya no era el mismo de antes.

Se impulsó hacia atrás, esquivando una estocada, y contraatacó con una explosión de energía dorada.

Takeshi la bloqueó con facilidad, pero su sonrisa se ensanchó.

—Interesante.

Kaoru, al ver lo que sucedía, intentó correr en su dirección, pero un grupo de Alfa lo rodeó.

—¡Tsukihiko!

Tsukihiko no tuvo tiempo de responder.

Takeshi lanzó otro ataque.

Uno demasiado rápido.

Tsukihiko no pudo esquivarlo a tiempo.

El filo de la espada cortó su costado, y el dolor lo hizo tambalearse.

Sangre caliente empapó su ropa.

Takeshi lo miró con diversión.

—Espero que no mueras demasiado rápido.

Tsukihiko respiró entrecortadamente.

No iba a caer aquí.

Se aferró a su espada.

Porque la guerra aún no había terminado.