Capítulo 39: Entre la Vida y la Muerte

La oscuridad era densa. Un vacío sin forma, sin sonido, sin peso. Tsukihiko no podía moverse, ni siquiera respirar. Solo flotaba en ese abismo interminable, atrapado entre la conciencia y el olvido.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que cerró los ojos. Su última memoria era el dolor punzante en su costado, la sangre empapando su ropa, la desesperación en el rostro de Kaoru cuando todo se volvió negro.

Pero entonces, algo cambió.

Un sonido rompió el silencio. Un murmullo, leve al principio, como un eco en la distancia. Luego, una voz clara y firme que resonó en su mente:

{Reiniciando protocolo de emergencia.}

El sistema.

{Estado crítico detectado. Procesando regeneración forzada...}

Un dolor abrasador recorrió su cuerpo, como si su sangre estuviera ardiendo desde adentro. Trató de gritar, pero no tenía voz.

{Advertencia: Energía vital inestable.}

Cada célula de su cuerpo parecía retorcerse, quemarse y reconstruirse al mismo tiempo. La agonía era insoportable.

{Intervención requerida. Buscando solución...}

Y entonces, el dolor se desvaneció.

En su lugar, una sensación extraña lo envolvió, algo cálido y pesado. Como si estuviera siendo envuelto en un capullo de seda.

Y de pronto, abrió los ojos.

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El mundo regresó de golpe. Un resplandor cegador, un dolor sordo en cada fibra de su ser y un aire espeso que llenó sus pulmones. Tosió, sintiendo la garganta áspera y la lengua reseca.

—¡Tsukihiko!

Una voz familiar.

Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su vista. Un techo de madera. La tenue luz de una lámpara. Y a su lado, Kaoru, con los ojos rojos e hinchados, mirándolo como si hubiera visto un fantasma.

—¿Kaoru...?

Su voz salió ronca, apenas un susurro.

—¡Estás despierto! —El niño se lanzó sobre él, abrazándolo con fuerza—. Pensé que... Pensé que no despertarías...

El peso del pequeño cuerpo tembloroso sobre él le hizo darse cuenta de algo más.

Estaba vivo.

Respiró hondo, sintiendo el aire llenar sus pulmones con un ardor familiar. Se sentía débil, como si todo su cuerpo hubiera sido drenado de energía, pero no estaba muerto.

Lentamente, miró a su alrededor. La habitación era pequeña, rústica, con paredes de madera y una ventana cubierta por una cortina delgada. No estaba en el bosque.

—¿Dónde... estamos?

Kaoru se apartó un poco, limpiándose la cara con la manga.

—En una posada... El Contacto nos trajo aquí después de que... —Bajó la mirada, mordiendo su labio—. Después de que perdiste el conocimiento.

Los recuerdos volvieron como una tormenta. La pelea. La herida. El frío apoderándose de él.

—¿Cuánto tiempo...?

Kaoru dudó antes de responder.

—Tres días.

Tsukihiko sintió que su estómago se hundía.

Tres días.

Había estado al borde de la muerte por tres días.

El sistema... ¿qué había hecho para mantenerlo con vida?

Antes de que pudiera preguntar, la puerta se abrió.

El Contacto entró con su caminar despreocupado, sus ojos dorados recorriendo la escena con una leve sonrisa.

—Vaya, qué resistencia. Pensé que no lo lograrías.

Tsukihiko intentó incorporarse, pero su cuerpo no respondió.

—¿Qué me hiciste?

El Contacto levantó una ceja.

—Yo nada. Tu "sistema" hizo todo el trabajo.

El corazón de Tsukihiko dio un vuelco.

—¿Qué quieres decir?

El hombre cruzó los brazos, apoyándose contra la pared.

—Tu cuerpo estaba demasiado dañado para sanar por sí solo. Si hubieras sido un omega normal, ya estarías muerto. Pero ese sistema tuyo... hizo algo.

El silencio se espesó.

Tsukihiko sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué hizo exactamente?

El Contacto sonrió de lado.

—Regeneración forzada. Algo que solo he visto en cambiaformas de linaje antiguo. Pero tú... —Su mirada se agudizó—. No eres uno de ellos, ¿verdad?

Tsukihiko no respondió.

No podía.

Si el sistema había activado una habilidad así para salvarlo, significaba que su cuerpo no era completamente normal.

Pero eso solo traía más preguntas.

¿Qué era realmente el sistema?

¿Por qué él?

Y lo más importante...

¿Qué precio había pagado por seguir vivo?

El Contacto se encogió de hombros.

—En cualquier caso, pareces estar bien. Aunque te recomiendo que no intentes moverte demasiado. Tu cuerpo aún se está ajustando.

Tsukihiko cerró los ojos un momento.

Tres días.

Había estado a punto de morir.

Pero ahora tenía una segunda oportunidad.

No podía desperdiciarla.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que nos encuentren?

El Contacto sonrió, divertido.

—No mucho.

Kaoru apretó la manta entre sus manos.

—¿Nos iremos de aquí?

Tsukihiko miró al niño y asintió con firmeza.

—Sí.

No había otra opción.

El peligro seguía ahí.

Pero ahora...

Estaba listo para enfrentarlo.