—Pero si no te beso, mi deseo no se cumplirá —dijo Gabriel, manteniendo su mirada fija en ella.
—¿Qué pediste? —preguntó Amelie, manteniendo aún la mano entre ellos.
Gabriel no dijo nada y retrocedió. Mientras tanto, Amelie bajó su mano, pensando si había hecho mal. Recordó el trato que habían hecho, pero ella lo rompió primero. Gabriel era tan bueno que no se lo recordaba cada vez. Pero Amelie no quería aprovecharse de su amabilidad todo el tiempo.
—Gabriel, lo siento por no mantener las palabras que te di cuando me rescataste —comenzó Amelie—. Estaría pidiéndote demasiado, pero Gabriel, necesito tiempo. Sé que estás encontrando tus propias respuestas mientras estás a mi alrededor.
—¿Nos vamos? —preguntó Gabriel con un tono indiferente. Esta vez carecía de calidez y ella se dio cuenta de que era por su negativa a besarlo.
—No te enojes conmigo —dijo Amelie, sosteniendo su mano, deteniéndolo así de alejarse.