Enviado por nuestros padres

Katelyn bebió el agua cuando escuchó los pasos fuera de su puerta. Se dio la vuelta solo para ver a Amelie en la puerta y sorprendentemente, Gabriel también estaba con ella.

—¡Amelie! —Katelyn dejó el vaso en la mesita de noche y corrió hacia ella. La abrazó cálidamente—. Gracias por convencer a mi hermano —susurró.

Amelie se apartó e inclinó la cabeza para mirar a Gabriel.

—Dale la bienvenida a tu hermana —dijo.

—Ya lo hice —respondió Gabriel en su habitual tono frío.

—Está mintiendo —dijo Katelyn.

—¿No te dije que eras bienvenida a quedarte aquí cuando nos cruzamos en la sala? —Gabriel arqueó una ceja hacia su hermana—. No informes sobre mis asuntos al palacio. No dudaré en enviarte de vuelta, Kate.

—Crees que soy una espía enviada por nuestros padres —Katelyn miró a su hermano con incredulidad—. Sus dos hermanos mayores eran mejores que Gabriel, pero ni siquiera podía compararlos. Todos eran diferentes y especiales.