Rocío de la mañana y flores silvestres

Amelie se limpió suavemente las comisuras de los labios con una servilleta, posando su mirada en Gabriel mientras él hacía girar los últimos restos de vino en su copa antes de terminarlo de un sorbo.

—¿Hay algo en tu mente? —preguntó Gabriel, dejando la copa y encontrándose con sus ojos.

—Tuviste una reunión hoy temprano —dijo Amelie, doblando la servilleta y colocándola junto a su plato—. ¿Espero que todo haya ido bien?

Gabriel asintió levemente.

—Sí, nada urgente. Pero mañana tenemos una cita con el doctor. Iremos primero al hospital y luego pasaremos por la empresa.

—¿Skye te lo dijo? —preguntó ella.

Él asintió nuevamente.

—Sí. ¿Estás emocionada?

—Lo estoy —respondió Amelie, su mano rozando instintivamente su vientre—. Todo está sucediendo tan rápido. El cachorro está creciendo más rápido de lo que esperaba.