Amelie se aplicó un toque suave de maquillaje, realzando su belleza natural antes de ponerse un vestido floral blanco adornado con suaves patrones azul cielo.
La tela de manga larga caía elegantemente sobre su figura, haciéndola sentir radiante. Mientras posaba suavemente una mano sobre su estómago, los recuerdos de la noche anterior surgieron, trayendo una pequeña sonrisa de satisfacción a sus labios.
Un suave golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Señorita Amelie, el coche está listo. El Príncipe Gabriel la está esperando.
Saliendo de su ensueño, rápidamente tomó su bolso, metiendo su teléfono antes de ponerse sus tacones blancos peep-toe. Respirando profundamente, abrió la puerta y bajó apresuradamente las escaleras.
Sentado dentro del coche negro, Gabriel miraba distraídamente por la ventana. Pero en el momento en que sus ojos vieron a Amelie bajando las escaleras, se le cortó la respiración.
Parecía una belleza divina.