—No estás equivocado en tu postura —dijo Amelie suavemente—, pero tu hermano tampoco lo está. Él simplemente aborda las cosas de manera diferente a ti. Eso no lo hace débil, solo significa que su perspectiva no es la misma que la tuya.
Hizo una pausa, encontrándose con la mirada de Gabriel.
—Sé que te preocupas por él, Gabriel. Lo veo. Pero tal vez podrías ser un poco menos duro con él. Porque cuando no lo eres... otros podrían asumir que no sientes nada. Y eso no es cierto.
Los ojos de Gabriel parpadearon, la sorpresa suavizando sus facciones.
—Puede que no muestres tu preocupación como lo hacen otros —continuó ella—, pero yo puedo verla claramente.
Algo cambió dentro de Gabriel. Sus palabras no solo lo reconfortaron, sino que alcanzaron una parte de él que a menudo mantenía enterrada.
«Ella ve lo que otros no pueden», pensó.
«Ella es nuestra compañera», murmuró Valko, su lobo, en el fondo de su mente. «Ella nos entiende».