Atrapada

Audrey siguió silenciosamente a Alfa Lago. No tenía otra opción ya que él seguía sujetando sus manos con firmeza.

El lugar era hermoso, como era de esperar de los lobos, el entorno estaba decorado con árboles, y el bosque no estaba tan lejos de allí.

Audrey supo que habían llegado al gimnasio cuando vio a algunos hombres llevando diferentes tipos de equipos de gimnasio a un edificio

de cuatro pisos.

El edificio era agradable a la vista. Nada demasiado llamativo. Se había moderado en este.

—Aquí está el gimnasio, Alfa, por favor entre y mire alrededor —dijo Adeline en los brazos de su padre.

Durante todo este tiempo, había estado enviando secretamente a Audrey una mirada desagradable por sostener la mano del Alfa tan descaradamente en público, se suponía que solo ella debería tener permitido sostenerlo de esa manera, porque ella era su pareja.

Sonrió maliciosamente para sí misma mientras veía a Audrey entrar al edificio, le mostraría quién era la verdadera perra hoy.