—Lo siento si he hecho las preguntas equivocadas. Buenas noches. —Audrey se apartó de él, pero inmediatamente la atrajo de nuevo a su lado, abrazándola por detrás.
—No, no es eso, gatita —puso su nariz en el cuello de ella y la olió.
Estaba empezando a percibir algo diferente de lo que había sentido antes.
Cada vez que la olía, siempre sentía como si hubiera un aroma reprimido oculto bajo su fragancia floral. Ella lo intrigaba.
Quería saberlo todo sobre esta misteriosa humana en sus brazos.
—¿Catherine? —llamó en voz baja detrás de ella.
—¿Sí? —respondió Audrey, preguntándose por qué necesitaba decir su nombre; ella estaba justo frente a él, pegada a él.
—Soy un lobo —dijo calculadamente, evaluando su reacción.
—Sí, y yo soy una bruja y también una loba —dijo Audrey con calma.
Sabía que él no le creería, pero al menos sintió como si lo dijera para quitarse ese secreto del pecho.