Una llamada a casa

Esa noche, Audrey salió silenciosamente de la habitación de Lago y bajó las escaleras con su madre.

Se sentó en el suelo mientras su madre se sentaba en el sofá. Tenía su teléfono en el regazo, pero solo lo miraba fijamente, sin saber a quién llamar primero. ¿Contestarían siquiera su llamada? Considerando que los había bloqueado durante cinco años.

Sintió la mano de Isabella en su hombro y suspiró.

—No te preocupes, solo llámalos, estoy segura de que estarán felices de contestar —la animó Isabella.

Audrey se mordió los labios y asintió lentamente—. De acuerdo.

Tomó su teléfono y marcó el número de Miranda.

Pensó que tendría que calmarse unas dos veces antes de que contestaran la llamada, pero se sorprendió cuando respondieron al tercer tono.

—¿Hola? —habló la voz de Miranda desde el teléfono.

Audrey sonrió, una lágrima resbalando por su mejilla, escuchar la voz de Miranda de nuevo la hizo sentir muy emocionada mientras los recuerdos que tenía con ella volvían a su mente.