Malachi estaba sudando profusamente, tanto por miedo como por el calor del fuego que se expandía rápidamente por el edificio.
—P-por favor Audrey, m-mi hija, por favor, soy tu padre, ¡no puedes matarme! —Malachi tropezó con una silla caída mientras intentaba escapar.
Audrey se burló, enojada. Pensó en todas las cosas que este hombre había hecho pasar a su madre y sintió una nueva ola de ira y venganza apoderarse de ella.
—No deberías haberla violado en primer lugar, Malachi —dijo con voz furiosa.
—¡P-por favor! ¡Lo siento! —Malachi gritó mientras Audrey formaba una bola de fuego de aspecto furioso en la palma de su mano.
—Oh, no te preocupes, no morirás sin una disculpa —Audrey avanzó y presionó su fuego directamente contra su ojo izquierdo.
—¡Argh!!!! —Malachi gritó dolorosamente, se escuchó el sonido chisporroteante de la piel quemándose, y no pasó mucho tiempo antes de que se desmayara por el intenso dolor.
***