Los golpes a la puerta del camarote del capitán sonaron largos, inseguros. El viento que soplaba en la cubierta agitaba el cabello corto de Gehrman, como si hasta el aire estuviera agitado
No hubo respuesta al otro lado. Solo un silencio denso y expectante que se rompió cuando la puerta se abrió de golpe. Aphyrius, con el ceño marcado y una mirada cargada de un enfado tan antiguo como el mar, lo miró sin palabras. Se apartó a un lado y movió la cabeza hacia el interior.
Gehrman tragó saliva y, sintiendo el peso del ambiente sobre los hombros, entró. La puerta se cerró a sus espaldas, dejando tras de sí un susurro de madera.
"¿Se puede saber de una vez en qué estás pensando?"
La voz de Aphyrius sonó grave, ronca, cargada de un cansancio que desbordaba el enfado.
Gehrman no se atrevió a girarse. Sus ojos se quedaron fijos en el mapa que cubría la mesa del camarote. Sobre él, papeles desordenados, anotaciones y rutas. Demasiada información para querer leerla ahora.
"Yo... de verdad lo siento... Sé que lo hice mal... pero sentia que tenía que hacerlo".
Aphyrius suspiró largo, como si al soltar el aire dejara escapar algo más profundo que la fatiga. Caminó hacia la silla y se dejó caer, cruzando las piernas sin pudor sobre la mesa.
"Mira, a veces puedo intentar hacer la vista gorda con algunas cosas. Pero no solo me has desobedecido, sino que, por voluntad propia, has ido y has vuelto a joder a los putos Argantha."
Mientras hablaba, su mano descendía por su rostro con un gesto lento, como si arrastrara con ella el peso de sus años.
"Muchos en la tripulación estamos muy lejos de nuestro mejor momento. Ya no tenemos el cuerpo preparado para enfrentamientos. Nos ha costado años poder bajar nuestra reputación lo suficiente como para atracar en los grandes puertos sin miedo a que nos hundan nada más poner un pie en tierra".
Su mirada se volvió más oscura, y su voz bajó un tono, casi un susurro:
"Me da completamente igual la razón. Meterte en los asuntos de los Argantha es un riesgo que no podemos permitirnos. Literalmente podrían venir y acabar con todos en un instante. "¿Acaso quieres eso?"
Gehrman sintió que algo dentro de él se rompía. Nunca había imaginado escuchar esas palabras de su padre. Se quedó quieto, con la boca cerrada, esperando a que continuara.
Aphyrius lo observó, y su voz perdió algo del filo, como si ya no quedara rabia, solo un cansancio profundo.
"Gehrman, en dos meses es la Luna Lavanda. Oficialmente serás un adulto según las leyes del Mar Medio. Eres el mayor. Tienes que dar ejemplo a los otros tres. Hay situaciones que están por encima de cualquier deseo... y meterse con la familia más poderosa del Mar Medio, a nivel político y económico, es una de ellas. Te medio pasé la primera gracias a que Fhyl me lo pidió. Pero ya es la segunda, y encima por voluntad propia. Mañana a primera hora partimos, así que hasta entonces no quiero ni oírte respirar. Vete."
Sus últimas palabras sonaron desgastadas, casi rotas, como si al pronunciarlas algo en su voz se apagara.
Gehrman tragó saliva. Decenas de réplicas le cruzaron la mente: Solo liberé a tres, abandoné al resto para no complicar las cosas... No dejé testigos... Lo hice porque tenía que saldar la deuda, como siempre me habíais enseñado. Pero sabía que, aunque hablara, Aphyrius solo le diría que le daba igual.
Así que mantuvo la boca cerrada y salió. Dejó atrás el camarote y se dirigió a su habitación, decidido a esperar sin hacer nada.
...
Tras unos minutos interminables, Cassimir, que había estado dando un paseo por el descampado, decidió tomar la iniciativa y regresar al almacén. El viento agitaba su abrigo mientras avanzaba con paso tranquilo, como si el tiempo no tuviese prisa.
En el interior, la escena seguía igual, con una sola diferencia: Luke, apoyado contra la pared, con la cabeza levemente inclinada y los ojos cerrados, portaba un guante grisáceo en una mano. Su respiración era rapida y constante, como si estuviera atrapado en un estado de alerta.
"¿Alguna idea?", preguntó Cassimir, rompiendo el silencio con un tono neutro.
"No puedo llegar a una conclusión segura, pero tengo algunas preguntas que podrían ayudarme", respondió Luke, sin abrir los ojos.
Cassimir no mostró sorpresa alguna. Asintió despacio. "Claro. "Pregunta lo que necesites".
"¿Qué había en la habitación de abajo?", preguntó Luke directamente, sin un atisbo de pudor ni vacilación.
Cassimir sonrió, junto con un sonido breve que apenas llegó a sus oídos. "Era un almacén donde guardábamos algo de comida. La verdad... estoy sorprendido de que alguien hiciera todo esto solo por algo de víveres".
Luke, en silencio, percibió la risa apenas disimulada que acompañó aquella sonrisa. En su mente, un hilo de lógica comenzó a tejerse con los detalles. Si realmente había sido un simple almacén de comida, al menos habrían dejado las cajas vacías o algún rastro. Pero la sangre formaba un camino casi recto, como si quien vino hubiese tomado lo que buscaba y se marchara directamente.
"¿De verdad piensas que voy a creer eso?"
No hacía falta nada más. Con esas palabras, y gracias a la mentira evidente de Cassimir, Luke confirmó que allí había algo más que comida. Algo que los Argantha no querían que saliera a la luz.
Cassimir suspiró, dejando que el aire se mezclara con el polvo del almacén. "Veo que no eres fácil de engañar. Está bien, tienes razón: no era un almacén de comida. Pero es información confidencial de la familia. Te pido, por favor, que lo dejes de lado."
Luke no se movió ni un centímetro. Su voz sonó firme, casi afilada. "Es importante. "Posiblemente sea una pista muy útil saber la razón y encontrar al culpable".
Cassimir mantuvo la calma, aunque su mirada vaciló un segundo antes de contestar. "Puedo confirmarte que lo que había allí abajo no te daría ninguna pista. Lo que se llevaron... no nos dejó ninguna señal de por qué hicieron esto. "Ni siquiera nosotros sabemos para qué lo querían".
Luke frunció el ceño. Se mantuvo firme, con la respiración medida. "Soy bueno encontrando puntos que otros no ven. Si quieres que resuelva esto, necesito toda la información, incluso la menos útil".
El silencio se alargó entre ambos, pesado como una red. Cassimir lo sostuvo con una calma fingida, pero su voz, cuando habló, sonó forzada, más de no poder hablar que de no querer. "Luke, no insistas. Es información que no te puedo proporcionar. Por favor... deja eso de lado. A cambio, aumentaré la generosa donación al orfanato".
Luke permaneció en silencio unos segundos. La mención del orfanato lo hizo suspirar en silencio. Su estado de ánimo, ya cargado, lo llevó a aceptar. Tragó saliva y decidió cambiar de tema.
"Está bien. Entonces dime... "¿Qué sabes sobre el asesinado?"
Con la nueva pregunta formulada, Cassimir no dudó ni un segundo en responder.
"Se llamaba Ben Argantha, veintidós años. En la superficie trabajaba como pescador, pero de vez en cuando ganaba unos florines extra en combates clandestinos como novato."
Hablaba con fluidez, como si hubiera ensayado aquella respuesta muchas veces antes de encontrarse con Luke.
Luke, con los sentidos agudizados por la concentración y la sospecha, no percibió el menor gesto de mentira. Aceptó esa información como cierta. Aquello encajaba con la posibilidad de que Ben se hubiera defendido, manchando sus manos con la sangre del asaltante. Sin embargo, algo se le escapaba: ¿había sido realmente un dos contra uno o, simplemente, el atacante era más hábil?
"¿Cómo era su estilo de pelea?" preguntó, tras unos segundos de reflexión.
Cassimir no vaciló. "Según lo que sé, le gustaba cederle la ventaja a su rival para contraatacar cuando menos se lo esperaba. Aprovechaba ese momento para someterlo rápidamente".
Otra respuesta impecable. Luke no detectó ni la más mínima falsedad. Se permitió un instante para visualizar la escena en su mente, dejándose llevar por un susurro que salió de sus labios, como si hablar en voz alta lo ayudara a pensar.
Cogiendo la base de que solo hubo un asaltante, primero el herido fue noqueado por sorpresa, dejando a Ben solo. Sabiendo que le gustaba ceder la ventaja, posiblemente fingió rendirse, esperando que el asaltante saliera de su escondite. En algún momento aprovechó para contraatacar inesperadamente, iniciando un combate que acabó perdiendo. Si fueron dos asaltantes, debería haber sido igual, pero ganando gracias a la superioridad numérica".
"¿Alguna idea sobre el florete y el farol?", preguntó Luke de inmediato, con la mente sumergida en un mar de teorías.
Cassimir, que lo había escuchado en silencio y con una calma casi inquietante, se sorprendió ante la lógica impecable de sus palabras. Parecía que su mente no podía evitar darlo por hecho.
"El florete proviene de fuera. Seguramente lo trajo el asesino. "El farol sí que era de aquí."
Luke asintió, mientras sus pensamientos se arremolinaban. Su voz, cargada de cansancio, volvió a hacerse audible.
"Entonces, si el asaltante tenía un florete, ¿por qué no tenía heridas de corte ni de estocada? Su única herida física fue en el cuello, y se hizo con el cristal, claramente bañado en sangre. No hay duda de que fue el arma del crimen. Tal vez, durante el contraataque sorpresa de Ben, el atacante soltó el florete, lo que implicaría que Ben se dejó someter y contraatacó por sorpresa. En cuanto al farol… por la distancia, no pudo haberse caído durante el noqueo; tal vez Ben lo usó como arma o distracción. Eso explicaría por qué está roto".
Dejando fluir sus pensamientos, la escena cobró forma en su mente: primero el ataque sorpresa, luego la rendición de Ben, después el asaltante con el florete apuntando a Ben saliendo de su escondite, el contraataque sorpresa que hace volar el arma, el combate cuerpo a cuerpo, el farol roto en la refriega y, al final, el asesino encontrando un hueco para usar uno de los cristales y apuñalarle el cuello.
Se sintió casi listo para darlo por hecho. Aquel relato encajaba. Lo sentía posible, aunque no definitivo.
Con el agotamiento acumulado y la sobrecarga sensorial, Luke decidió quitarse su guante.
En ese mismo instante, un vértigo lo envolvió. Sus piernas temblaron con fuerza, y una sensación de vacío le llenó la mente. Esta se volvió lenta, incapaz de formar oraciones. Unas náuseas brutales lo obligaron a inclinarse y vomitar allí mismo.
Cassimir, sobresaltado, corrió hacia él, ignorando el charco de bilis en el suelo. Lo sujetó por los hombros, impidiéndole caer. Sus ojos rojos brillantes se clavaron en los de Luke, abiertos al fin. Vio cómo sus pupilas, dilatadas hasta cubrir por completo el iris, se retraían lentamente, dejando escapar el azul que le pertenecía.
"¿Estás bien? "¿Qué ha pasado?", preguntó, con un tono de preocupación que parecía sincero.
Luke, bañado en un sudor frío, apenas pudo articular dos palabras, su voz convertida en un susurro.
"Casa… descansar…", dijo antes de desmayarse por los mareos
Cassimir comprendió de inmediato. Sin soltarlo, asintió con determinación.
"Tranquilo. "Yo te llevo al orfanato".
...
Bajo la luz de la luna blanca, que flotaba en el mar de estrellas como un faro sereno, el orfanato permanecía envuelto en sombras. Solo una única ventana, iluminada con un resplandor tenue, rompía la quietud de la noche.
En el interior, decorado con elegancia en tonos blancos y rojos, el suelo estaba cubierto por una alfombra roja que parecía abrazar cada paso. En el centro de la habitación, una cama amplia esperaba. Allí, tendido sobre las sábanas, Luke abrió los ojos con lentitud, como si despertara de un sueño que le había pesado demasiado.
Antes de que pudiera reaccionar, una mano cálida se posó sobre su mejilla.
"¿Estás ya mejor, cariño?" susurró una voz dulce, como un arrullo.
Luke, con la mente aún incómoda y lenta, giró la cabeza en busca de la voz. Sus ojos se encontraron con una mujer de rostro sereno, vestida con un camisón blanco de tela ligera que se ceñía suavemente a su figura. Su cabello rubio, ya algo apagado, caía libre por su espalda, cubriendo parte de su frente y dejando entrever sus brillantes ojos rojos.
"Aroa…" murmuró Luke al verla, su voz un suspiro cargado de alivio. sintiendo el calor de su mano
"Sabes que no debes usar tu guante más de diez minutos. Es demasiado peligroso". Su tono no sonaba enfadado, sino acostumbrado, como si ya hubiera dicho esas palabras más veces de las que podía recordar.
"Lo siento… Lo necesitaba para confirmar que… mis preguntas eran respondidas… sinceramente. No lo… volveré a hacer." Luke hablaba despacio, con la voz entrecortada por el cansancio y la culpa, prometiendo algo que ambos sabían que ya había prometido demasiadas veces.
Aroa sonrió con ternura, como si su paciencia fuera infinita. Se inclinó hacia él y le dejó un beso dulce en la frente.
"Descansa, cariño".
Como si esas palabras hubieran sido un permiso, Luke cerró los ojos, durmiéndose al instante ante la incomodidad y el cansancio mental.