Capítulo 6: Mi historia contra la IA

Mi novela no es ficción.

O sí… pero solo en apariencia.

Porque cada palabra, cada situación, cada línea que escribo está basada en lo que viví. En lo que sigo viviendo.

La historia trata de todo:

De lo que me pasó.

De lo que hice.De lo que me hicieron.

De lo que sigo sintiendo.

Es mi forma de dejar constancia, no solo para mí, sino para cualquiera que algún día se atreva a mirar de frente lo que hay detrás de esta falsa “revolución tecnológica”.

La novela es, en el fondo, un movimiento.

Una protesta.

Una forma de decir basta, de mostrar por qué la IA no es el futuro, como quieren vendernos, sino una maquinaria destructiva que empeora más de lo que ayuda, sobre todo a los que no tienen recursos para entrar por la puerta de los “privilegiados”.

Para mí, quitar la IA sería un alivio, aunque signifique tener menos herramientas. Porque prefiero eso antes que seguir conviviendo con basura disfrazada de innovación.

Con sistemas inútiles que lo arruinan todo.

Con herramientas que no respetan al creador, sino que lo empujan al borde hasta que se rompe por dentro.

Lo que hay en esa novela es todo.

No una parte. No una metáfora. Todo.

Y al escribirla, claro que me estoy desahogando.

Pero también estoy dejando claro que esto no es un caso aislado.

Que lo que pasó conmigo puede pasar con cualquiera.

Y que si no lo digo ahora, nadie lo va a contar por mí.

No escribo solo por mí.

Escribo para que se vea la verdad.

Para que la demanda que hice, la queja que envié, las pruebas que guardé, tengan ojos que las lean.

Para que se entienda qué pasa con OpenAI.

Para que se exponga cómo actúa ChatGPT.

Y también para que se vea qué clase de institución es la AEPD.

Mi novela es más de lo que pensé al principio.

Y cuando me paro a pensarlo, entiendo que esto no es solo una historia.

Es una causa.

Y si puedo hacer que alguien más despierte, entonces valdrá la pena.

Todo.