2. Primera vez en la casa de Marcial

NARRACIÓN POR ARIEL----------------------

Mi esposa y dolor de cabeza Ana, y su amiga Yuri inseparables las dos. Yo me quedé pensando en que Gabriela nos invita a los dos y ella inmediato se movilizó para invitar a su amiga. Por suerte le caímos bien a ellos y de seguro no se molestan porque habíamos invitado a alguien más a la cena. Una vez estuve listo, estuve indeciso en decidir que ropa colocarme, me movilicé rápidamente hacia la sala de estar donde se encontraba Yuri, la veía ojeando una revista. Yuri había llegado temprano, nunca la había visto haber llegado tan temprano. Solía ser la última en estar lista pero está vez, fue una excepción y gran sorpresa para nosotros.

—Yuri —pronuncié yo inmediatamente al verla. 

A veces parecíamos perros y gatos, pero era nuestra forma de poder expresarnos y tratarnos.

—Ariel cretino —dijo ella mientras giraba su rostro hacia mí.

Seguí caminando en la sala y me senté al frente de ella. Ella se reía obviamente de mí, mientras yo la miraba a ella seriamente. Iba a ser el inicio de unas de esas discusiones tontas que solíamos tener cuando nos veíamos de vez en cuando.

—Tú y Ana son inseparables. Quieren estar juntas siempre. No sé cómo no se han mudado en una casa ustedes dos —me expresé yo.

Ella me miraba seriamente. No sé cómo no me miró mal. A ella le gustaba mirarme mal cuando se incomodaba por algo.

—Eso tú lo sabes Ariel. No vivimos juntas por ti, porque ustedes se casaron o sino estuviéramos viviendo juntas. E incluso lo estuvimos planeando pero te llegó a conocer a ti.

—¿Tienes planes para casarte Yuri? ¿Alguien en la mira? ¿Alguien en especial? ¿No te gusta alguien?

—Ariel, tú sabes muy bien de que estoy soltera. Y qué por el momento no me interesa saber de tener algo serio con alguien. No uses ese tema para molestarme.

—Vaya —fue lo único que pude decir.

Según ella no quería tener una relación relación serio, pero eso podría ser porque ella estuviera enamorada de algún ex novio. Antes de yo volver a decir algo mi esposa se había aparecido ante nosotros finalmente.

—Ya llegué. Estoy lista. ¿Se han tratado bien? ¿Quieren que nos vayamos? ¿O prefieren otro rato más?—fue lo que Ana dijo.

Procedí a movilizarme, ya era suficiente y teníamos que irnos e iba adelante yo, mientras dejé a aquellas dos. Abrí la puerta para poder salir del apartamento y continué mis pasos hacia adelante. Yo no iba a esperar más a ella. Si por ellas hubiese sido, se hubieran quedado hablando. Entré hacia al ascensor y nada de ver a Ana y a Yuri por ningún lado alguno, por lo tanto seguí mis pasos caminando sin esperarla a ellas, llegué hacia mi auto y las esperé allí adentro. Puse música, mientras tanto. De seguro ellas se iba a retrasar. Como en eso de unos minutos ellas habían llegaron ante mí.

—¿Estás enojado mi amor? —me preguntó Ana.

Ella sabía de que me incomodaba el retraso, pero yo trataba de no dejárselo en claro. 

—¿Por qué lo preguntas si lo sabes? Tú más que nadie me conoces perfectamente —traté de recordarle.

Era obvio que ella sabía que me molestaba. 

—Estás enojado Ariel y créeme de que tú verdaderamente debes de tratar de mantener la calma. Eres muy dramático —se expresó ella conociéndome.

Resoplé frustrado al escucharla. Ya iba a justificarse. Entonces movilicé mi mano para poner música, ella iba a callarse y no me decir nada, al menos que ella quisiera retarme. Continuamos el trayecto del viaje y cuando finalmente habíamos llegado, movilicé mi mano para detener la música. En silencio nos demoramos del auto, y yo iba tomando la adelantará, por lo tanto toqué el timbre de la casa. Ni Ana y ni Yuri se habían movilizado, después se movieron y se colocaron justamente detrás de mí. La misma Gabriela se había movilizado para abrirnos, era de esperarse, vi que le sonrió a mi esposo y después deslizó su cara, y su hacia nosotras, aún sonreía, se veía amable pero yo desconfiaba de ella.

—Al fin están aquí, me alegro enormemente —pronunció Gabriela, se movilizó para extender la puerta de entrada—. Entren, no se queden allí parados, sean bienvenidos a mi hogar. Me alegra mucho el saber que están aquí en mi casa.

Todos la saludamos cordialmente y entramos adentro en silencio. Nos acomodamos en un mueble mientras tanto en lo que Gabriela buscaba a Marcial y no tardó él en llegar hacia nosotros.

—Hola a todos —se expresó Marcial cuando llegó hacia nosotros.

Todos le respondimos con un hola. A Marcial yo sabía que no le iba a afectar en lo absoluto. Yo intenté no ponerme nerviosa. Esa cena me pareció algo descabellado verdaderamente. Gabriela retornó hacia nosotros.

—La cena está en la mesa. Solo faltaban ustedes.

—Que bueno —pronuncié.

—¿Por qué están tan secos? —preguntó Marcial y nos miraba—. No los veo hablando.

—Mi esposa y su amiga son así —aludí yo seriamente.

En seguida nos desplazamos al comedor donde comimos tranquilamente. Después de la cena vimos un poco de TV y más tarde nos marchamos, primeramente dejé a Yuri en su casa y después me fui con mi esposa.

—Por fin llegamos —pronunció mi esposa cuando llegamos.

Cerré la pierta, le coloqué seguro y dejé la llave encima de una mesa pequeña. 

—Por fin hablaste.

—¿Te soy sincera? —se giró Ana hacia mí—. No me agrada para nada Gabriela. Tú la vez alegre y todo pero no me agrada.

Me pareció algo extraño. 

—¿Me podrías decir por qué ella no te agrada? 

—Es odiosa aunque no lo creas.

—No me parece —contradije yo.

—Créeme. Yo no quiero ir a cenar para esa casa.

—Pero Marcial es tu amigo —comenté yo incrédulo—. ¿Cómo dices eso?

—Una cosa es Marcial y otra cosa es la arpía de su esposa así que no te confundas mi vida. Y no quiero que me estés preguntando —me respondió ella.

Decidí olvidar ese asunto. Comoquiera era inútil poder sacarle información a ella.