El sol, aunque aún opaco, se colaba tímidamente por la ventana. Esa mañana, algo en el aire parecía diferente. Quizás era solo mi mente buscando un resquicio de esperanza en un mundo que ya no ofrecía mucho de eso. Pero por un momento, sentí que algo pequeño y frágil, como una chispa, se había encendido dentro de mí. Algo que me hacía pensar que tal vez, solo tal vez, todavía había algo por lo que valiera la pena seguir.
Desperté con una sensación extraña, como si mi cuerpo estuviera más ligero, aunque el peso de mi mente seguía siendo el mismo. Me levanté lentamente de la cama, temeroso de que la sensación desapareciera tan rápido como había llegado. Pero no lo hizo. Estaba ahí, latente, como una leve corriente eléctrica recorriéndome.
Fui al baño y me miré en el espejo, esperando ver el reflejo cansado y vacío que solía ver todos los días. Pero hoy algo era distinto. Mis ojos, aunque opacos, no estaban completamente vacíos. Había algo allí, algo que no había visto en mucho tiempo: una pequeña chispa de vida. No era mucho, pero era suficiente para que me preguntara si tal vez, solo tal vez, las cosas podrían mejorar.
Mi madre pasó por el pasillo mientras me arreglaba, y, al verme, se detuvo. Su expresión era un mezcla de sorpresa y cautela, como si no estuviera segura de si lo que estaba viendo era real.
—¿Te sientes mejor? —preguntó, con una suavidad que reflejaba una esperanza cautelosa. Ella ya no preguntaba mucho. Había aprendido a no esperar respuestas positivas de mí, pero hoy, por primera vez en mucho tiempo, sentí que quería darle una respuesta que le diera algo de consuelo.
—No lo sé… pero… creo que estoy empezando a sentir algo —respondí, sin saber exactamente qué estaba diciendo. Solo sabía que había algo dentro de mí que me hacía querer intentarlo. Algo pequeño, pero real.
Mi madre me miró fijamente, sus ojos llenos de dudas pero también de algo más: algo que se asomaba detrás de su preocupación, como si esperara un cambio que no se atrevía a creer completamente.
—Eso es lo más importante, hijo —dijo con un susurro, casi como si no quisiera romper la fragilidad del momento.
Salí al jardín, sintiendo el aire fresco en mi rostro, como si por un segundo el mundo estuviera permitiéndome ser parte de él nuevamente. Me senté bajo el árbol, observando cómo las hojas se movían lentamente con la brisa, y por un momento, algo en mi interior se calmó. Estaba allí, solo, pero de alguna manera, no me sentía tan atrapado como antes. El ruido de mis pensamientos había disminuido, y en su lugar, había algo que se parecía a la paz.
Recuerdo haber pensado en Luna en ese instante. En todas las veces que había aparecido en mi vida, en todas las veces que había estado ahí para guiarme a través de los momentos oscuros. Esa imagen se mantuvo en mi mente, como una luz débil en la distancia, pero una luz al fin y al cabo. Algo que me decía que había algo más allá de todo el dolor, algo por lo que valía la pena seguir buscando.
No sé cuánto tiempo pasé allí, sentado en silencio, pero cuando me levanté, sentí que algo en mí había cambiado. No era un cambio drástico, ni una cura milagrosa. Pero era un comienzo. Un principio pequeño, pero un principio al fin y al cabo. Y en ese pequeño destello, supe que quizás no todo estaba perdido.
Al entrar nuevamente a la casa, me encontré con mi hermano, que me miró extrañado, como si no estuviera acostumbrado a ver algo diferente en mí. No dije nada, pero la mirada que compartimos fue suficiente para entender que, aunque las palabras sobraban, ambos sabíamos que algo había comenzado a cambiar. No sé si él lo entendió completamente, pero yo sí. Estaba comenzando a encontrarme, incluso si solo fuera por un momento.
Esa noche, me acosté con la mente algo más tranquila. El sueño llegó más rápido de lo que esperaba, y cuando cerré los ojos, no sentí esa pesadez que me había acompañado todas las noches anteriores. En lugar de los temores y la oscuridad, algo más suave, más cálido, me rodeó.
No era una solución, no era un final feliz. Pero, por primera vez en mucho tiempo, había un pequeño destello de esperanza en mi corazón.