No podía creerlo. ¿Había funcionado? ¿Su sarta de tonterías realmente había logrado engañar a este viejo?
Una sensación extraña recorrió su cuerpo. Era... ¿acaso orgullo? ¿Era este el momento en que se daba cuenta de que su talento no estaba en la magia, ni en la espada, sino en la más pura y descarada actuación?
«¿Será esta mi vocación? ¿Podría convertirme en actor? ¿Por fin ganar dinero sin necesidad de acostarme con algún productor de cine? ¡Por supuesto que sí! ¡Mi talento es innegable!»
Sin embargo, su épico momento de autoreflexión fue abruptamente interrumpido cuando el mayordomo hizo un gesto con la mano y dos guardias armados se acercaron con una profesionalidad que solo podía describirse como alarmantemente eficiente.
—El joven ha presentado una renuncia anticipada —informó el mayordomo con calma—. Procedan.
Uno de los guardias sacó un pequeño bloc de notas y revisó algo en él, luego miró a Aric con la amabilidad de un funcionario bancario a punto de arruinarle la vida a un cliente.
—Muy bien, joven. ¿Ya ha decidido cuál de los brazos será?
—…¿Qué?
Aric parpadeó. Su cerebro, en un acto de pura autodefensa, se negó a procesar esas palabras por un momento.
—Sí, joven. Su renuncia ha sido aprobada, pero debe cumplir con la cláusula de compensación. Así que, por favor, elija. ¿Brazo derecho o izquierdo?
—…
Aric inspiró profundamente y entrecerró los ojos.
—Ya veo… esto es una estrategia del colegio, ¿no? Una táctica sucia para intimidarme y que no tenga mi finiquito.
Los guardias intercambiaron una mirada breve.
—No, joven. Solo estamos cumpliendo el protocolo.
—¡Malditos bastardos explotadores! —Aric infló el pecho y cruzó los brazos—. ¡Pues eso no funcionará conmigo! O me pagan lo que me deben o los denuncio ante la ley. ¡Exijo mi liquidación, maldita sea!
El mayordomo suspiró con la paciencia de un funcionario que ha explicado la misma norma por enésima vez. Sacó un grueso contrato, pasó las páginas con precisión quirúrgica y se detuvo en la página 35.
—Aquí está —dijo con la voz plana de alguien que ha leído esta parte demasiadas veces—. Según el inciso 7, cláusula 14, apartado C, línea 6…
Aclaró la garganta y comenzó a leer:
—“Renuncia Inoportuna: Si un empleado solicita su retiro antes de finalizar el año laboral, presenta un comportamiento agitado, declara que su hermana ha muerto, menciona que tiene trece sobrinos huérfano, y posteriormente amenaza con demandar a la institución en caso de que no se le pague su finiquito, entonces deberá entregar un brazo como compensación por los trámites burocráticos causados al colegio.”
Silencio absoluto.
Aric sintió que la realidad se rompía un poquito dentro de su cabeza.
—¡¿QUÉ CLASE DE CONTRATO DE MIERDA ES ESTE?! ¡¿Y POR QUÉ ES TAN ABSURDAMENTE ESPECÍFICO?!
El mayordomo cerró el contrato con un movimiento elegante y respondió con orgullo:
—El colegio se enorgullece de su minuciosidad burocrática.
—¡ESO NO ES ALGO DE LO QUE PRESUMIR, MALDITO MANÍACO!
Aric sintió que se le iba a salir un ojo de la rabia.
—No se preocupe, joven —dijo el mayordomo, con una sonrisa profesional—. Aún como ex-empleado, el Colegio respeta sus derechos.
Aric sintió un leve alivio al escuchar eso.
«Bueno, al menos no son unos salvajes irracionales. Tal vez me puedan hacer un descuento o algo, seguramente no pueden ir por ahí cortando brazos sin más…»
—Como ex-empleado —continuó el mayordomo con tranquilidad—, tiene el derecho de elegir el método de amputación: puede optar por un corte limpio de un solo tajo, o bien, participar en un ritual de despedida en el que toda la plantilla laboral entonará hermosos cánticos solemnes mientras le cortamos el brazo en un proceso ceremonioso.
—…
—Por supuesto, la opción del ritual incluye un pequeño refrigerio al final.
Aric se llevó las manos a la cabeza. ¿Cuántas víctimas había antes que él? ¿Cuántos pobres trabajadores se quedaron mancos por intentar salir de esta institución?
—¡¿ESTÁN TODOS MALDITAMENTE LOCOS EN ESTE LUGAR?!
Y sin esperar respuesta, se giró sobre sus talones y comenzó a correr como un demente.
—¡Deténganlo! —ordenó el mayordomo.
Los guardias, con la calma de quienes han hecho esto más veces de las que pueden contar, sacaron sus espadas y comenzaron a perseguirlo.
—¡DEJEN DE PERSEGUIRME, MALNACIDOS! —gritó Aric mientras zigzagueaba entre estatuas y arbustos.
—¡No lo haga más difícil de lo necesario, joven! —le respondió uno de los guardias con tono profesional—. ¡Podría escoger el brazo izquierdo y todavía tener el derecho para escribir cartas de protesta!
—¡YO NO FIRME ESOOOO!
Los guardias lo persiguieron con la eficiencia de un equipo de élite entrenado específicamente para cortarle el brazo a empleados en fuga.
—¡MALDICIÓN, MALDICIÓN, MALDICIÓN!
…
Un par de horas después, la tapa de uno de los contenedores de basura de la ciudad se abrió lentamente, revelando unos ojos llenos de paranoia y desesperación.
Aric, oculto en las profundidades de la basura, lanzó una retahíla de maldiciones contra la ciudad, el mundo y la existencia misma.
—Malditos bastardos... maldito colegio... maldito viejo demente... —masculló mientras apartaba con disgusto un trozo de algo que en algún momento pudo haber sido comida, pero que ahora solo era una abominación informe y maloliente.
El sistema, con la actitud petulante de quien tiene razón (y lo sabe), decidió intervenir en el momento más inoportuno:
[¡Vaya, vaya! Nada de esto habría ocurrido si hubieras seguido el infalible, perfectamente diseñado y absolutamente invencible "Plan de 600,000 Pasos para la Creación del Villano Definitivo: Edición Ultra Megaprofesional con Bonus DLC de Dominación Mundial" que prepare para ti.]
La vena en la frente de Aric comenzó a latir peligrosamente.
—Sí, claro —gruñó—. Y seguro según tu estúpido plan, ahora tendría al viejo ese suplicando bajo mi suela y a la psicópata pelirroja pegada a mi brazo, mirándome con adoración mientras me dice: "Oh, mi salvador Aric, por favor, permíteme cubrir tus necesidades de protección y afecto".
[Exactamente.]
—Pues vete a la mierda —bufó mientras se limpiaba algo pegajoso del cuello, intentando no pensar demasiado en qué podía ser—. Todo esto es tu culpa. ¡TÚ Y EL BASTARDO SIN IMAGINACIÓN QUE TE CREÓ! Algún día voy a hacer que ese cubano malnacido pague por descojonarse a mi costa.
El sistema hizo un ruido como si se hubiera atragantado con su propia indignación.
[¡¿CÓMO TE ATREVES A HABLAR ASÍ DE MI BELLO, INCREÍBLE, SEXY, MÁS-QUE-MASCULINO Y MARAVILLOSO CREADOR?!]
Aric rodó los ojos y salió del contenedor, sacudiéndose los restos de basura de la ropa con un nivel de resignación que solo alguien al borde del colapso nervioso podía alcanzar.
—Pues si tanto lo amas, ¿por qué no te casas con él?
[¡SI PUDIERA, LO HARÍA! ¡TENDRÍAMOS TRES HIJOS Y UN PERRO Y VIVIRÍAMOS EN UNA CASA DE LUJO CON VISTAS AL MAR!]
Aric sintió cómo su paciencia explotaba en un millón de pedazos.
—¡PERO QUÉ MIERDA ME IMPORTA TU VIDA SENTIMENTAL, MALDITO SISTEMA DEFECTUOSO! ¿NO TIENES OTRA COSA QUE HACER QUE FASTIDIARME A TODAS HORAS?!
[¡Oh, perdón, SEÑOR PROTAGONISTA, si no me dedico a alabar tu gloriosa trayectoria desde que reencarnaste, limpiando mierda, orina y metiéndote en contenedores de basura! ¡UN HÉROE DIGNO DE LEYENDAS!]
—¡ME CAGO EN T... !
Antes de que pudiera terminar su frase, algo le cubrió la cabeza de golpe.
Un sonido áspero, como el de una bolsa de tela cerrándose sobre su rostro, fue lo último que sintió antes de un fuerte golpe en la nuca.
Lo último que escuchó antes de perder el conocimiento fue la voz del sistema riéndose como un lunático.
[¡Nos vemos cuando te corten las manos, perdedor! ¡Disfruta lamiendo el plato como un perro!]