Capitulo 3 : Donde El Silencio Se Rompe

La dirección escrita en la carta los llevó a un claro olvidado entre árboles podridos y niebla persistente. El aire era denso, como si el bosque contuviera la respiración desde hacía siglos.

—Este lugar... —murmuró Yuki, mirando los árboles curvados— no está en ningún mapa. Es como si lo hubieran arrancado del mundo y devuelto solo para nosotros.

Noah asintió, la mano apretada sobre el fragmento de espejo que había traído consigo. Desde que lo tocaron, sus sueños eran cada vez más nítidos. Ya no solo eran imágenes: eran recuerdos. Recuerdos que no eran suyos.

Llegaron a un edificio abandonado, cubierto por musgo, con ventanas clausuradas por tablas viejas. En el centro de la puerta, alguien había clavado un espejo redondo, agrietado como si hubiera sufrido cientos de impactos.

Reflejada en él, se veía una figura de espaldas: un hombre alto, de cabello largo… y una cicatriz en la mejilla que ninguno de los dos había olvidado.

—Rei —susurró Noah. El nombre cayó como plomo.

Dentro, todo era penumbra.

El edificio parecía un orfanato, antiguo y dejado al olvido. Había camas de metal, juguetes rotos, nombres tallados en la pintura desconchada.

Y sobre una de las paredes, un símbolo conocido: el círculo con la línea vertical, grabado una y otra vez como un eco ritual. El mismo símbolo del espejo.

De pronto, una voz grave rompió el silencio:

—Llegaron más rápido de lo que pensé.

Rei emergió de la sombra, más delgado, con el cabello recogido en una coleta baja y los ojos marcados por noches sin dormir. Su presencia aún imponía… pero algo en él estaba distinto. Más humano. Más roto.

—¿Por qué nos llamaste? —preguntó Yuki, firme pero sin odio.

—Porque el espejo está despertando —respondió Rei—. Y esta vez no quiere solo reflejar lo que somos… quiere absorberlo.

Noah apretó la mandíbula.

—¿Y tú qué eres ahora, Rei?

Rei sonrió con amargura.

—Un recordatorio de lo que ustedes sobrevivieron. Y de lo que yo aún debo pagar.

Conversaron en voz baja durante horas, entre habitaciones oxidadas y murales infantiles cubiertos de polvo. Rei explicó que una parte de Aion sobrevivió, dividida en fragmentos que se esparcieron tras el colapso del núcleo del espejo.

—Uno de esos fragmentos fue corrompido —explicó Rei—. Lo tomó un hombre… alguien que fue parte de los rituales originales que dieron vida a la casa.

—¿Hay más personas detrás de esto? —preguntó Noah, el estómago helado.

—Sí. Y este lugar era el primer “refugio”. Antes de que la casa se alzara como tal. Aquí empezaron los experimentos con los reflejos. Aquí nació el concepto del "Rey".

Yuki bajó la mirada.

—¿Y tú viniste a redimirte… o a ayudarnos a pelear?

Rei lo miró largo rato antes de contestar.

—Vine a evitar que ustedes se conviertan en lo que yo fui.

Esa noche, Yuki y Noah no durmieron. Se quedaron en el orfanato, entre ecos de risas infantiles deformadas por el tiempo. Rei vigilaba desde el pasillo, como una sombra protectora.

—¿Crees que podamos confiar en él? —susurró Noah.

Yuki no respondió de inmediato. En cambio, apoyó su frente contra la de Noah y lo abrazó.

—No lo sé. Pero sé que, pase lo que pase, no pienso soltarte.

Noah cerró los ojos. Aferrado a él. Al calor. A la única certeza que aún le quedaba.

Y, en el reflejo de la ventana, el niño de ojos negros miraba desde el otro lado. Con una sonrisa cada vez más clara.