Capítulo 41 : Sombras entre la niebla

El aire estaba denso aquella noche, como si la casa misma contuviera la respiración. Desde que encontré aquel diario polvoriento en el desván, no había dejado de sentir un peso que se anidaba en mi pecho, como una sombra que crecía, implacable y fría.

Las páginas amarillentas narraban fragmentos de un pasado oscuro, de traiciones y pactos olvidados, pero lo que más me inquietaba era la constante referencia a una figura que llamaban “Él”. Una presencia intangible, omnipresente, atada al alma de Rei y a los muros mismos de la casa.

Con cada línea, sentía que algo en mí se removía, como si esa entidad invisible susurrara directamente a mi mente, retorciendo recuerdos y deseos que ni siquiera sabía que tenía.

Esa noche, decidí enfrentar a Rei.

Lo encontré en la biblioteca, bajo la tenue luz de una lámpara antigua, su rostro una máscara de calma que no lograba engañarme. Sus ojos, sin embargo, eran un mar tormentoso donde yo me perdía sin remedio.

—Rei —mi voz tembló al pronunciar su nombre—. Sé que hay algo… más allá de ti. Algo que no quieres mostrar.

Él alzó la mirada, y por un instante, el silencio fue tan denso que casi podía tocarlo.

—No todo es lo que parece, Yuki —dijo con voz grave—. Hay heridas que solo la oscuridad puede comprender.

Un escalofrío recorrió mi espalda, pero no era solo miedo lo que sentía; era una mezcla confusa de atracción y desesperación, como si algo en él me llamara, incluso en medio del terror.

—Háblame —insistí, acercándome más—. Déjame entender.

Rei bajó la cabeza, y vi cómo su mano temblaba ligeramente. Por primera vez, parecía vulnerable.

—“Él” es parte de mí, y al mismo tiempo no lo es —confesó—. Una sombra que me acompaña desde que recuerdo, una maldición que se alimenta del dolor y el olvido.

Mis pensamientos se enredaban, pero no podía dar un paso atrás ahora. La verdad, por dolorosa que fuera, debía salir a la luz.

—¿Y qué quieres que haga yo? —pregunté, con una mezcla de miedo y esperanza—. ¿Luchar contra eso contigo? ¿O alejarme antes de que me arrastre?

Rei me miró fijamente, y en sus ojos vi una chispa de algo que nunca antes había mostrado: una súplica silenciosa.

—Quiero que estés conmigo, Yuki. Que no temas a la oscuridad, porque solo enfrentándola juntos podremos encontrar la luz.

Mi corazón latía con fuerza, mientras las sombras danzaban a nuestro alrededor, como si la casa misma nos escuchara, esperando nuestra respuesta.

No podía saber qué vendría después, pero algo me decía que esa noche marcaría un antes y un después, no solo para Rei y para mí, sino para todo lo que la Casa del Cuervo guardaba en su interior.