El sol se puso detrás de los árboles, proyectando una sombra cálida sobre el parque. Damián y yo nos quedamos sentados en silencio, disfrutando del momento y de la compañía mutua.
Después de un rato, Damián se levantó y se estiró.
—Creo que debería irme —dijo, mirándome con una sonrisa—. Mi madre estará preocupada.
Asentí, sintiendo un poco de tristeza porque el momento había terminado.
—Sí, yo también debería irme —dije, levantándome del banco.
Damián y yo caminamos de regreso a la biblioteca, y luego a la calle. Nos detuvimos en la esquina, y Damián se volvió hacia mí.
—¿Quieres que nos veamos mañana? —preguntó, mirándome con ojos brillantes.
Asentí, sintiendo que mi corazón latía un poco más rápido.
—Sí, me gustaría —dije, sonriendo.
Damián sonrió en respuesta, y nos despedimos con un gesto de la mano. Me quedé mirándolo mientras se alejaba, sintiendo una sensación de emoción y expectativa.
Al día siguiente, me desperté temprano, sintiendo una sensación de anticipación. Me pregunté qué pasaría cuando viera a Damián de nuevo, y qué podríamos hacer juntos.
Me levanté de la cama y comencé a prepararme para el día. Mientras me vestía, no podía dejar de pensar en Damián y en la forma en que me hacía sentir.
Cuando llegué a la biblioteca, Damián ya estaba allí, sentado en el mismo banco donde nos habíamos conocido. Me sonrió cuando me vio, y me senté a su lado.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —pregunté, sintiendo una sensación de emoción.
Damián se encogió de hombros.
—No lo sé —dijo—. ¿Qué te gustaría hacer?
Me quedé pensando durante un momento, y luego sonreí.
—Creo que sé exactamente lo que quiero hacer —dije, mirándolo con ojos brillantes.
Damián se inclinó hacia adelante, interesado.
—¿Qué es? —preguntó.
Me acerqué un poco más a él, sintiendo que mi corazón latía un poco más rápido.
—Quiero saber más sobre ti —dije, mirándolo con ojos sinceros.
Damián sonrió, y sus ojos brillaron con una luz cálida.
—Me gustaría eso —dijo, y comenzó a hablar.
Y así, nuestra aventura comenzó..