Capítulo 6 — La Alianza de los Eternos

El aire estaba pesado con las cenizas de la batalla.

Caelan se encontraba de pie sobre el terreno donde el Cazador de los Caídos había caído, observando cómo el viento arrastraba los restos de Alaric.

El poder del Fragmento del Corazón Primordial palpitaba en su pecho, pero la victoria no le trajo calma. Sabía que la guerra estaba lejos de terminar.

Los ojos del Concilio ya lo observaban.

A su espalda, un suave murmullo de magia antigua se desató en el aire.

Caelan giró, sus ojos brillando con una mezcla de cautela y curiosidad.

Delante de él, en una formación perfecta de nobles guerreros, se encontraba La Casa Sapharion.

Una de las casas más antiguas y poderosas del continente.

Su emblema era un dragón de plata, con alas extendidas, envuelto en llamas azules, el símbolo de su dominio sobre el fuego eterno.

El líder de la casa, Lord Kaelen Sapharion, caminó hacia él.

Un hombre de aspecto imponente, de cabello plateado y ojos como dos llamas azules.

La armadura que llevaba brillaba con una intensidad cegadora, como si estuviera hecha de pura luz.

Caelan de Duskvarr —dijo Lord Kaelen, su voz profunda y resonante—.

—He estado esperando este momento.

Caelan no se sorprendió.

Sabía que la Casa Sapharion no hacía alianzas fácilmente, pero su poder era legendario, y su dominio sobre el fuego le daba una ventaja incomparable.

—¿Por qué vendrías a mí, Kaelen Sapharion? —preguntó Caelan, con la guardia alta—.

—¿Qué deseas a cambio de tu apoyo?

Lord Kaelen sonrió, una sonrisa fría como el acero.

La caída del Concilio es inevitable —dijo, su tono grave—.

—Pero nosotros, los Sapharion, no buscamos simplemente destruir. Buscamos el renacer.

—Y tú, Caelan, eres la chispa que puede encender esa llama.

—Te ofrezco una alianza, una alianza de fuego.

—Te daremos nuestros recursos, nuestros ejércitos... y nuestro fuego.

—Pero a cambio, necesitaremos algo que solo tú puedes ofrecer: el Corazón de Duskvarr.

Caelan frunció el ceño, reconociendo el peligro de la propuesta.

La Casa Sapharion no daba nada sin esperar algo de vuelta, pero su poder era colosal.

Una alianza con ellos significaría que Caelan podría enfrentarse a las fuerzas del Concilio, pero también tendría que estar preparado para las demandas que vendrían con ella.

El Corazón de Duskvarr... —repitió Caelan, pensativo—.

—Es un poder que ni siquiera el Concilio ha podido comprender. ¿Por qué lo deseas?

Lord Kaelen dio un paso hacia él, su mirada fija en Caelan, como si estuviera observando su alma misma.

—Porque con el Corazón de Duskvarr, podremos desatar el Fuego Eterno en su forma más pura.

—Y con él, destruir todo lo que el Concilio ha construido.

La visión de Caelan del futuro se oscureció un momento.

El Fuego Eterno era un poder que podía arrasar con todo a su paso, una magia ancestral que solo los más antiguos de las casas nobles comprendían completamente.

¿Qué propones? —preguntó Caelan, eligiendo sus palabras con cuidado.

Lord Kaelen extendió la mano hacia él, un gesto solemne.

—Que juntos destruyamos al Concilio.

—Que juntos, recuperemos el trono que te pertenece por derecho.

Caelan miró su mano, luego los ojos de Kaelen, y en ellos vio la fuerza y la ambición de una casa que no se rendiría ante nadie.

Finalmente, extendió su propia mano, sellando el pacto con un gesto que resonó como un trueno en el aire.

Que el fuego nos guíe, entonces. —dijo Caelan, sus palabras firmes, pero sabiendo que la verdadera guerra apenas comenzaba.

Un resplandor de fuego azul iluminó el bosque cuando las fuerzas de la Casa Sapharion se alinearon detrás de ellos, una alianza sellada con sangre y fuego.

Caelan sentía la presencia de la Casa Sapharion ardiendo a su lado, como una llama imparable.

El Concilio había perdido uno de sus cazadores más temibles, pero Caelan sabía que los cazadores vendrían en hordas.

No obstante, ahora contaba con una fuerza a su lado que podría cambiar el curso de la guerra: La Casa Sapharion.

Y con ella, el regreso de Duskvarr, forjado en el fuego eterno.

[FIN DEL CAPÍTULO 6]