emyshchion

En un mundo donde cada ser humano nacía con un Guardián Bestial, criatura forjada de la magia de los elementos primordiales —fuego, agua, viento, tierra—, la vida era una danza eterna entre el poder y el destino. Desde su primer aliento, a cada niño se le concedía no solo una bestia, sino también un Dominio: una afinidad mágica que moldearía su camino, ya fuera la invocación de tormentas, la manipulación de las llamas, la comunión con la tierra o el fluir del agua.
La nobleza y la realeza eran castas no solo de sangre, sino de poder. Las Casas más antiguas dominaban elementos raros: hielo, relámpago, sombras, incluso éter espiritual. Ángeles custodiaban antiguos pactos de equilibrio. Demonios susurraban tentaciones en las noches más oscuras. Hadas y espíritus vagaban entre los mortales, invisibles para la mayoría, pero vitales en los hilos del destino.
En este mundo nació —o más bien, renació— Caelan Duskvarr, un alma vieja atrapada en un cuerpo joven, sin memoria clara de su vida anterior, pero con la sensación ardiente de que había dejado asuntos inconclusos. Esta vez, en su nacimiento, su Guardián no fue un lobo de fuego ni un tigre de viento... sino una criatura prohibida: un Dragón de Sombra, un ser que no pertenecía a ningún elemento natural conocido.
Marcado por la sospecha, temido por los sabios, y vigilado por la realeza, Caelan tendría que navegar una vida plagada de secretos, donde su Dominio —aún desconocido y errático— lo conectaba tanto a la luz de los ángeles como a la oscuridad de los demonios.
El equilibrio del mundo se resquebrajaba. Familias nobles caían, reyes morían sin dejar herederos, y bestias salvajes surgían de grietas en la tierra misma. A medida que su poder crecía, Caelan descubriría que su reencarnación no era un accidente. Él era la pieza clave en un juego ancestral entre fuerzas divinas y malditas... y el mundo entero era el tablero.
Para sobrevivir, Caelan tendría que domar su Guardián, desentrañar el misterio de su pasado, formar alianzas improbables con hadas y espíritus, y desafiar a la mismísima nobleza y realeza que pretendían usarlo como un arma o destruirlo.

"El Guardián de las Sombras Primordiales"

# 📖 Capítulo 28 — El Ángel Que No Cae

### ☄️ Fortaleza Filo Carmesí — Medianoche

Caelan está solo en la cima de la Torre Veneris, la más alta del complejo Carmesí. El aire está tenso, cargado, y el fragmento del Primer Pacto **vibra en su caja**, como si anticipara algo.

Y entonces, sin relámpagos, sin ruido, sin aura mágica…

No camina. No vuela. **Simplemente está ahí.**

Vestido con un manto blanco bordado en runas sagradas, piel de un dorado pálido, ojos que no tienen pupilas, sino **constelaciones vivas.**

Dos alas no físicas, sino **hechas de luz etérea**, flotan tras él.

> —Saludos, Fénix Reencarnado.

> —Caelan Dervair… o debería llamarte por el nombre olvidado.

Caelan no da un paso atrás. Pero su aliento se congela.

—Fui del Concilio Celestial. Ahora… ya no.

Aurion es un **ángel exiliado**, pero no por rebelión, sino por **advertencia ignorada**. Fue uno de los pocos que presenciaron la última vez que un fragmento como el que Caelan posee **fue activado por un alma reencarnada**.

—Hace siglos, otro como tú apareció.

—Despertó el poder. Tomó un trono que no debía.

—Y cuando lo destruyeron… **el mundo olvidó que había existido.**

Aurion se acerca y extiende una mano. En su palma, una pequeña joya hexagonal de luz pura.

—Esto es una **marca celestial sellada**.

—Si la aceptas, podrás ver y oír **más allá del velo de los reinos**.

—Pero serás visible también para **aquellos que no quieren que recuerdes**.

Aurion responde con honestidad cortante:

—**Si fallas, el mundo será devorado por lo que fuiste.**

—Pero si eliges correctamente… podrías **romper el ciclo**.

Caelan toma la joya. La luz se funde con su pecho. Al instante, siente el peso de miles de memorias que **no son suyas**. Ecos de oraciones, gritos de guerra, himnos cantados en idiomas perdidos.

El cristal en su caja responde. Vibra. **Se enciende en un color que nunca ha existido.**

> —Si aún eres tú cuando eso ocurra.

Y así como vino, desaparece entre el silencio de las estrellas.

### 🌌 Epílogo — Mirada hacia el velo

Esa noche, Caelan sueña sin dormir.

Está parado sobre un mar invertido. Las estrellas son ojos. Las montañas, alas dormidas. Y en el centro de todo…

**FIN DEL CAPÍTULO 28 — El Ángel Que No Cae**

Capítulo 28 — El Ángel Que No Cae.