En ese momento Raymond se acercó, su expresión tranquila y reconfortante.
—Te dije que la poción funcionaría —dijo simplemente, su tono objetivo pero amable.
Inmediatamente sus ojos brillantes se llenaron de lágrimas mientras procesaba sus palabras. Por un momento, no pudo hablar. El peso de todo lo que había pasado presionaba contra su pecho, pero por primera vez, sentía que ese peso se estaba aliviando.
—Yo... necesito un momento —dijo finalmente, con voz apenas audible—. Disculpen.
Raymond asintió, retrocediendo para darle espacio. Charles y Cecilia siguieron su ejemplo, saliendo silenciosamente de la habitación sin decir palabra.
Valentina entró al baño, cerrando la puerta con llave tras ella. El sonido del agua corriendo pronto llenó el aire, mezclándose con sus respiraciones suaves y temblorosas. Miró su reflejo nuevamente, tocando su cara, sus brazos, su cuello—todo se sentía nuevo, desconocido, pero suyo.