La madre de Raymond abrió los ojos, instintivamente tratando de retroceder, pero no había a dónde ir. La forma en que acababan de bromear con Valentina no le dejaba excusa.
—Oh, viejo tonto —murmuró en voz baja, con las mejillas sonrojadas, pero antes de que pudiera protestar más, el padre de Raymond le dio un ligero beso en los labios.
Inmediatamente Valentina juntó sus manos, riendo alegremente ante la escena.
—¡Esto es tan romántico! —exclamó, con los ojos brillando de admiración—. Incluso a esta edad, ustedes dos siguen como recién casados. ¡Me encanta! Voy a asegurarme de que Raymond y yo seamos así cuando envejezcamos juntos.
Raymond la miró, con una pequeña sonrisa divertida tirando de sus labios.
—¿Oh? ¿Así que admites que somos pareja ahora? —bromeó.
Valentina le dio un codazo juguetón, su risa suave pero genuina.