CAPÍTULO 58

En ese momento, la tensión en la sala se intensificó cuando la voz del subastador resonó, anunciando la oferta inicial.

—¡La subasta para esta extraordinaria pieza, un símbolo de fortuna e historia, comienza en seis millones de dólares!

Inmediatamente siguió un breve silencio. Luego, una mano se alzó.

—¡Seis punto dos! —alguien exclamó.

—¡Seis punto cinco! —otro postor respondió.

La multitud murmuró con emoción. Las apuestas eran altas, pero eso solo hacía el juego más estimulante.

—¡Siete millones!

La energía en la sala estaba cambiando. Más paletas se levantaron mientras las voces se superponían.

—¡Siete punto dos!

—¡Siete punto cinco!

Jadeos recorrieron la audiencia. La subasta había escalado rápidamente, y todos sabían que solo los contendientes más adinerados se atreverían a ir más allá de este punto.

Damien, sin embargo, permaneció en silencio. No estaba nervioso. Ni siquiera estaba remotamente interesado en la guerra en curso entre estos postores desesperados.