Capítulo 177

En el momento en que Raymond vio la ubicación aparecer en su teléfono, su mano se congeló. Por un segundo, no se movió. Sus ojos se entrecerraron. Su mandíbula se tensó. No era solo un lugar cualquiera—¿la habían llevado allí? ¿Allí de todos los lugares?

Su agarre en el teléfono se apretó, las venas sobresaliendo en sus nudillos mientras murmuraba:

—¿Están locos?

Era una propiedad abandonada en las afueras—una cabaña olvidada escondida en lo profundo del viejo bosque de Mirabel. No había estado allí en años, no desde que la compró bajo una empresa fantasma, cuando aún prefería mantenerse oculto del mundo. Estaba lejos. Muy lejos. Un viaje de dos horas incluso sin tráfico. Y ese hecho por sí solo hacía hervir su sangre.

Eligieron ese lugar porque sabían que nadie llegaría a ella a tiempo.