Adir sostenía la mano de su padre, curioso pero también un poco preocupado. Estaba emocionado por finalmente conocer al abuelo del que solo había oído hablar en historias, pero sentía un aleteo nervioso en el estómago. Su padre no parecía muy contento de llevarlo consigo, y eso inquietaba a Adir.
Tenía muchas preguntas—sobre quién era su abuelo, cómo era, y por qué nunca lo habían visitado antes—pero se las guardó para sí mismo. Simplemente caminaba en silencio, manteniéndose cerca del lado de su padre.
Al salir del ascensor, su padre se detuvo de repente y se volvió hacia él. —¿Sabes que no debes responder ninguna pregunta sobre dónde vivías, o cosas así, verdad?
Adir asintió rápidamente.
—Bien —dijo su padre, y continuaron caminando por el pasillo.