—¿Madre? ¿Qué haces en mi lugar de trabajo?
Melodía salió del aula unos minutos después, solo para encontrar a su madre de pie en el pasillo, completamente paralizada. Por un momento, la culpa se apoderó de ella. No esperaba encontrársela aquí—no así.
La verdad era que había estado evitando a su madre desde que llegó hace un par de semanas, esperando silenciosamente que se aburriera o se ocupara y regresara a donde quiera que hubiera venido.
Su madre nunca se había quedado en un solo lugar por más de dos semanas—ni una sola vez en la memoria de Melodía. Siempre estaba en movimiento, siempre trabajando, siempre en otro lugar. Pero esta vez, era diferente. Ya habían pasado dos semanas, y todavía estaba aquí.
Y no solo aquí—estaba en todas partes. Cuando no estaba llamando a Melodía para reunirse con ella y su nuevo novio, estaba poniéndose al día con viejos amigos o apareciendo aleatoriamente en lugares como este. Empezaba a parecer que tenía todo el tiempo del mundo.