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Dentro de la oficina de Denis…
Denis marcó un número y presionó el teléfono firmemente contra su oreja.
—Escucha bien —ordenó. Su voz era grave, llena de autoridad silenciosa—. Revisa las grabaciones de vigilancia y verifica si alguien manipuló el portátil de Ana anoche.
Todavía le resultaba difícil creer que alguien se atreviera a acceder a su portátil y eliminar un archivo importante. Pero al mismo tiempo, no podía ignorar esa posibilidad.
Ya había cometido un error—desestimar a Ana cuando ella le había contado sobre estar en peligro aquella noche. Y más tarde, supo la verdad. Billy había intentado secuestrarla.
No cometería el mismo error de dudar de ella. La determinación brilló en sus ojos penetrantes. Si alguien había intentado difamar a Ana, pagarían el precio.
Justo entonces, la puerta de la oficina crujió al abrirse.
Denis giró ligeramente la cabeza, su mirada desviándose hacia la entrada.
Tania.