La expresión de Denis cambió instantáneamente, su mirada fijándose en el anillo como si fuera un objeto extraño.
—¿Casada?
Su mente corría. Recordó que ella le había dicho que planeaba casarse con Agustín, pero lo había descartado como una amenaza vacía, un intento desesperado de herir su orgullo.
—¿Realmente lo había hecho?
El pensamiento envió una sacudida aguda y desagradable a través de su pecho. Se negó a creerlo.
—No —sacudió la cabeza—. Estás mintiendo. Solo estás haciendo esto para frustrarme, para llamar mi atención. —Su voz se volvió más insistente, desesperada—. No te casarías con cualquier tipo. Me amas.
—Ella ya no te ama.
Tanto Ana como Denis se volvieron hacia la fuente.
Agustín caminó hacia ellos con pasos lentos y deliberados, emanando un aire de autoridad tranquila. Su sola presencia era suficiente para cambiar el equilibrio de poder, irradiando una confianza que era a la vez natural e intimidante.