¿Cuándo se volvió tan difícil de controlar?

Un repentino golpe en la puerta lo hizo congelarse, aflojando su agarre. Aprovechando el momento, Ana lo empujó con todas sus fuerzas, tomándolo desprevenido. Él tropezó hacia atrás y, en un instante, ella se puso de pie, su cuerpo temblando incontrolablemente de miedo y furia. Sus manos temblaban mientras limpiaba su rostro surcado de lágrimas, sus dedos torpes intentando alisar su falda y ajustar su blusa.

Denis se quedó sentado, sus ojos ardiendo de ira mientras la observaba.

Ella se dio la vuelta para irse, pero él la agarró de la muñeca, apretando su agarre.

Ana inhaló bruscamente, sus hombros tensándose. —Por favor, Denis —susurró. Su labio inferior tembló, traicionando la tormenta que rugía dentro de ella—. Déjame ir. Hay alguien afuera.