—¿De qué sirve el amor? —Denis se burló con cinismo—. ¿Puede hacer que tu padre recupere la consciencia? ¿Puede pagar sus facturas médicas? El amor no existe, Ana. Todo es solo una transacción—dar y recibir. Tú haces algo por mí, y yo te devuelvo el favor. Así es como funciona el mundo.
Dio un paso más cerca, su mirada oscura e insistente.
—¿Dónde está el amor en todo eso? Vuelve a mí. Sé mía como antes, y te daré todo lo que quieras. Dinero, poder—nómbralo, y será tuyo. Eso es lo único que realmente importa.
Ana se burló para sí misma. Una tormenta de emociones rugía dentro de ella—ira, arrepentimiento y una abrumadora sensación de traición. Había desperdiciado diez años amando a un hombre que veía las emociones como nada más que una ventaja, un juego para manipular. Cada palabra que pronunciaba solo alimentaba el asco que se enroscaba en su pecho.