Necesito amor.

La paciencia de Becca se quebró y, en un arrebato de ira ciega, levantó la mano, lista para golpear.

Pero Ana fue más rápida. Sus dedos se cerraron alrededor de la muñeca de Becca con un agarre de hierro, deteniendo la bofetada antes de que pudiera aterrizar.

—¿Todavía tienes la audacia de acusarme, incluso después de haber sido expuesta? —siseó Ana. Con un brusco movimiento de muñeca, empujó a Becca, haciéndola tropezar hacia atrás.

—Yo no lo hice —gritó Becca con desesperación—. Eres tú... tiene que ser tú.

—¿Qué es todo este alboroto? —Una voz autoritaria cortó el caos como una cuchilla.

La mirada penetrante de Denis se posó en Becca, su expresión oscura de irritación. Su sola presencia envió un escalofrío de silencio a través de la multitud.

Becca se volvió hacia él y suplicó frenéticamente, aferrándose a cualquier último vestigio de esperanza que tuviera: