Una pelea

—Fuiste tú quien la descartó. Ahora ella es mía —rechinó los dientes Agustín, deseando golpearlo hasta la muerte.

—Ana me pertenece —mía para tenerla, mía para usarla como me plazca. ¿Y te atreviste a llevártela? Pagarás por esto —Denis agarró a Agustín por el cuello, sus ojos ardiendo de furia.

Lanzó su puño, apuntando directamente a la cara de Agustín, pero antes de que el golpe pudiera conectar, Agustín lo atrapó en el aire. Sus miradas se encontraron, ambas llenas de ira implacable. Denis intentó liberar su mano, pero el agarre de Agustín solo se apretó más.

—Cuando estaba contigo, nunca la valoraste —gruñó Agustín, con los dientes apretados—. La lastimaste, la traicionaste. Pero eso se acabó. Ella es mi esposa ahora. Si intentas acercarte a ella, no me importará que compartamos la misma sangre.

Con un empujón fuerte, apartó a Denis.

Denis se tambaleó pero rápidamente recuperó el equilibrio, sus labios curvándose en una peligrosa mueca de desprecio.