El atrevido regalo de Audrey

—Gracias a Dios que logré detenerlo —murmuró Ana, dejando su teléfono a un lado—. No quiero que moleste al Sr. Benett solo por mí.

Sus ojos se desviaron hacia la bolsa de papel que Audrey le había entregado antes. Recordó cómo Audrey prácticamente se la había metido en las manos, insistiendo en que esperara hasta llegar a casa para abrirla. La curiosidad comenzó a burbujear en su pecho.

—¿Qué demonios me habrá comprado? —se preguntó en voz alta, sus dedos ya tirando de las asas de la bolsa.

Dentro, encontró una caja cuidadosamente empaquetada. Con cuidado, quitó la tapa—y se quedó paralizada.

Un jadeo escapó de sus labios mientras miraba el atrevido conjunto de lencería roja. Era transparente, con un escote pronunciado, delicados tirantes finos, y tan corto que parecía más una sugerencia de ropa que algo destinado a ser usado.

Los ojos de Ana se agrandaron mientras lo sostenía con cuidado, su rostro rápidamente sonrojándose de un intenso tono rojo.