Ana sintió que las palabras de Megan la golpeaban como un rayo. La rabia surgió en su pecho mientras giraba sobre sus talones, con los ojos ardiendo.
—¿Por qué? —exigió con incredulidad—. El gerente anterior ya lo había aprobado. ¿Con qué fundamento lo estás cancelando ahora?
—Cuida tu tono —espetó Megan, con una expresión tensa de ira—. No necesito explicarme ante ti. El proyecto todavía está en su fase inicial. No hay garantía de que sea rentable. No voy a autorizar ningún gasto extra.
Las manos de Ana se crisparon a sus costados.
—Estamos con poco personal en la fábrica. Los trabajadores han estado haciendo horas extras solo para mantenerse al día con la demanda. Si no les pagamos justamente, nos quedaremos atrás. No cumpliremos con el plazo, y todo el proyecto podría sufrir.
Megan no se inmutó.
—Busca otra solución. La empresa no va a exceder su presupuesto este trimestre. Fin de la discusión.