La advertencia de Megan

Ana entró en la sala de conferencias. La habitación quedó en silencio por un momento mientras todas las miradas se dirigían hacia ella. Alrededor de la larga mesa ovalada estaban sentados los líderes de equipo de varios departamentos, cada uno con sus libretas abiertas y ojos atentos. En la cabecera de la mesa estaba sentada Megan Granet, con una postura imponente y ojos que evaluaban fríamente a Ana.

Sintiendo un destello de incomodidad bajo el peso de sus miradas, Ana tragó saliva. Ofreció una leve sonrisa de disculpa y se deslizó silenciosamente en la silla vacía más cercana.

—No me gusta la impuntualidad —el tono cortante de Megan atravesó la sala un segundo después, con la mirada fija directamente en Ana—. Esta es nuestra primera reunión, así que lo dejaré pasar, solo por esta vez. Pero espero puntualidad de ahora en adelante. No creo en las segundas oportunidades cuando se trata de disciplina.