A quien amo es a Agustín, no a Denis.

Ana se quedó inmóvil, su rostro indescifrable, pero sus ojos, ardiendo con furia contenida, miraban directamente a los de Jeanne. Ya había soportado suficiente. Y no iba a permanecer callada por mucho más tiempo.

—A quien amo es a Agustín, no a Denis —dijo Ana con emoción apenas contenida—. Abre los ojos y mira bien antes de lanzar acusaciones. A veces cuando algo está demasiado cerca, estás ciega ante ello.

El rostro de Jeanne se retorció de furia. No esperaba que Ana le respondiera —no así. Todo su cuerpo parecía temblar con la fuerza de su rabia, deseando atacar, castigar a Ana por atreverse a desafiarla, por atreverse a hablar con tal audacia.

—Esta insolencia... —gruñó Jeanne, sus palabras saliendo entre dientes apretados.

Pero antes de que pudiera desatar su ira, la voz de Agustín cortó la tensión.

—Ana...