La confesión honesta de Agustín

—Tú... tú solo piensas en eso —murmuró Ana, haciendo un puchero mientras cruzaba los brazos—. No estaba hablando de eso en absoluto. Quería preguntarte sobre... tu enamoramiento de colegial hacia mí.

La sonrisa de Agustín solo se ensanchó, claramente disfrutando de su estado de nerviosismo.

—Ansiosa, ¿verdad? —bromeó—. No estaba mintiendo, ¿sabes? Realmente te seguía en silencio.

—¿Entonces por qué nunca viniste a hablar conmigo? —Ana estaba genuinamente curiosa.

—Porque era un cobarde en ese entonces —admitió, con un toque de vergüenza coloreando su tono.

Sus mejillas se calentaron ligeramente mientras los recuerdos regresaban —recuerdos de estar a distancia, robando miradas hacia ella, sintiendo una oleada de celos cada vez que ella sonreía a otro chico.

—Vi cómo tirabas todas esas cartas de amor de otros chicos. Me asustó. Estaba seguro de que me rechazarías también, sin pensarlo dos veces.