No me voy a casar contigo.

Un silencio atónito cayó sobre el grupo.

—¿Qué quieres decir? —soltó Rosa, su sonrisa desvaneciéndose—. ¿Estás abandonando el proyecto? Ana, eso no es justo. Todo lo que pasó... no fue tu culpa. ¿Por qué deberías ser tú quien se vaya?

Los demás intervinieron, murmurando sus protestas, claramente inquietos por la noticia.

—Por favor, Ana —suplicó Lili, acercándose—. No precipites esta decisión. Te necesitamos aquí. Confiamos en ti.

La genuina preocupación en sus voces llenó el espacio a su alrededor, pero la decisión de Ana permaneció firme en su corazón.

Lucas sintió una ola de alivio recorrerle, aunque intentó ocultarlo con una expresión de preocupación. Poniendo cara de afligido, dijo:

—Debes estar molesta porque ahora soy el líder del equipo. Realmente no me importaría ceder mi puesto por ti.

Ana sonrió con calma.

—Lo he pensado cuidadosamente. Lucas, tienes más experiencia que yo. Eres capaz de liderar el equipo. —Mirando a sus colegas, añadió: