Si alguna vez surgiera una amenaza real, no habría dudas.
Actuarían, rápida y despiadadamente.
Su tranquilo enfrentamiento, este intercambio amistoso, era solo un vistazo de la tormenta que eran capaces de desatar.
Una tormenta que podría destrozar a cualquiera que se atreviera a desafiar la tienda.
Kurome dirigió una última mirada hacia Tian Lu. Expresó su gratitud una vez más.
Con un movimiento de su cola, se dio la vuelta y subió las escaleras.
Little Sneak la siguió, su pequeña figura serpenteando entre las sombras.
Tian Lu permaneció donde estaba por un momento.
Luego se giró, silencioso como una piedra, y se dirigió al área principal de la tienda.
—Saludos.
—Empleador.
Hao levantó la mirada desde detrás del mostrador, ya acostumbrado a la forma breve de hablar de Tian Lu.
—Saludos, Lu.
—Comenzar.
—Trabajo.
Era una rutina familiar ahora.
Tian Lu podría ser un hombre de pocas palabras, pero Hao siempre apreciaba este pequeño gesto de profesionalismo.