Mo Xixi había regresado al segundo piso, justo a tiempo para ver a Yan Shu'er todavía sollozando y aferrándose a su hermano mayor, Yan Zhi.
—...Tch.
Sus cejas se fruncieron ligeramente.
Labios apretados. Ojos indescifrables.
Pero no era irritación.
No realmente.
Era algo más silencioso que eso.
Más silencioso y solitario.
Lo que vio le recordó algo.
Un recuerdo que nunca se desvaneció por completo, sin importar cuántas veces lo apartara.
El Culto de la Maldición Ceniza.
Nunca fue un lugar amable.
Nunca seguro.
Nunca cálido.
Pero incluso así, era su hogar.
Su familia.
¿Y ahora?
Sin hermano mayor que le gritara cuando se saltaba el entrenamiento.
Sin prima con quien discutir. Sin anciano severo que suspirara cuando fingía no escuchar sus llamados.
Ni sus padres. Ni sus tíos.
Todos habían desaparecido del mundo.
Solo ella permanecía.
Una brisa fría rozó sus ropas.
De repente, sintió algo golpear suavemente contra su pierna.
Empujón.