Después de varias reflexiones, el Rey Killian decidió visitar a los cambiaformas para causar caos. Creía que haciendo esto volvería a encaminarse, y su cuerpo dejaría de actuar como si estuviera siendo controlado.
Alejándose de su escritorio, el Rey Killian caminó hacia el otro extremo de la habitación donde se guardaba una alta estantería con libros antiguos. Empujó un libro hacia atrás y la estantería se abrió, revelando una habitación enorme—su sala secreta donde guardaba artefactos recolectados de diferentes ciudades a lo largo de los años.
La habitación estaba tenuemente iluminada, llena del aroma de pergaminos antiguos y salvia ardiendo, y cada superficie estaba repleta de extrañas reliquias—calaveras, armas antiguas, cristales brillantes y pergaminos sellados con lenguajes olvidados, cada uno conteniendo una historia o un fragmento de poder que el Rey Killian había reclamado para sí mismo.