El Rey Killian pasó minutos simplemente mirando la pintura, observándola como si fuera algo que nunca había visto antes. Estaba bastante sorprendido, para ser honesto, porque nunca se había dado cuenta de que Elena se parecía exactamente a ella. ¿Cómo pudo haber olvidado un detalle tan importante? ¿Cómo?
Después de un rato observando el retrato como un detective, el Rey Killian salió de la habitación. Se quedó en la sala de estar por un tiempo, dándole a Irene y a los demás algo de tiempo para bañar a su esposa. Tenía los oídos bien atentos ya que hablaba en serio cuando les dijo que si escuchaba un quejido de Elena, serían castigados.
Afortunadamente para ellos, Elena no se quejó, pero gimió de vez en cuando mientras disfrutaba del baño. Killian no era un pervertido, pero no podía dejar de imaginar cómo se vería desnuda, y para alejar ese pensamiento, decidió ir a bañarse en el otro baño.