Bruja

Elena no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, pero cuando despertó, descubrió que ya no estaba en el jardín sino en la suave y mullida cama de su habitación.

Gimió de dolor, frotándose la frente con la palma de la mano. Su visión estaba borrosa al principio, pero con el tiempo, se aclaró. —¿I-Irene? —llamó al notar que Irene estaba sentada cerca de ella con preocupación. No estaba sola, sin embargo, ya que había otras cinco omegas en la habitación con ella.

—¿M-mi Reina está bien? —preguntó Irene, colocando una almohada mullida detrás de Elena mientras la ayudaba a sentarse.

—¿Q-qué pasó? —preguntó Elena, aunque sabía y recordaba claramente lo que había sucedido. Solo quería asegurarse de que no fuera un sueño y la respuesta de Irene demostró que no lo era.