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Sin dudarlo, Xavier recuperó la llave y rápidamente desabrochó las esposas de Elena. Deslizó un brazo alrededor de su cintura y la levantó en sus brazos, sosteniéndola cerca en un protector abrazo nupcial. Un suave y quebrado gemido escapó de sus labios.
Su mirada bajó hacia los ojos rojos de ella... que antes estaban llenos de vida, ahora brillaban con agotamiento. Una extraña sensación lo recorrió—tensa, desconocida e inquietante.
La letalidad en sus ojos desapareció y fue reemplazada por algo suave, algo extraño.
—Elena —llamó suavemente.
Ella lentamente levantó la mirada hacia él, abrió la boca para hablar, pero rápidamente cerró los ojos de nuevo. Perdió el conocimiento, allí mismo en sus brazos.