La Explicación

Me senté en la tenue luz de la sala de estar, el silencioso tictac del reloj era el único sonido que se atrevía a romper el silencio. El rostro de Marion estaba serio mientras se acomodaba en el sillón frente a mí. Había sentido algo en el aire, una pesadez que no podía nombrar, pero ahora, mientras aclaraba su garganta, la verdad comenzaba a desentrañarse de una manera que nunca esperé.

—Selena —comenzó Marion, con un tono medido y arrepentido—, hay algo que necesito decirte. Algo de mi pasado que he mantenido oculto por demasiado tiempo.

Me incliné hacia adelante, la ansiedad mezclándose con una cautelosa curiosidad.

—¿Qué es? —pregunté, con mi voz apenas por encima de un susurro.

Marion dudó, sus ojos nublados por los recuerdos.

—Es sobre Aria —dijo lentamente—. Sabes cómo siempre te has preguntado sobre ella, sobre la conexión entre ella y yo.