Una noche fuera

Estaba sumido en mis pensamientos en mi escritorio cuando la puerta se abrió de golpe y Adéle entró sin previo aviso. Sentí una mezcla de irritación y sorpresa. Todavía estaba trabajando en el caso en cuestión, y su repentina presencia perturbó mi concentración. Levanté la mirada, entrecerrando los ojos mientras ella caminaba hacia mí con un paso suave y seguro.

—Adéle, ¿qué haces aquí? —pregunté, con un tono más cortante de lo que había pretendido. Podía sentir mi corazón latiendo con fuerza, no por el caso, sino por la manera en que ella se movía, como si supiera exactamente cómo agitar mis emociones.

Se inclinó cerca, su voz un susurro bajo que rozó mi oído. —Sé que estás preocupado, Gonzalo —dijo, sus palabras goteando con un tono seductor—. Quizás necesites una distracción esta noche, un descanso de todos estos pensamientos pesados. —Su aliento cálido envió un escalofrío por mi columna, incluso mientras intentaba mantener mi mente en mi trabajo.