—¡Selene, detente! —Dante se lanzó hacia adelante, agarrando su brazo justo cuando su pie tocaba el borde del agua brillante. El contacto rompió la extraña atracción entre ella e Ivy. Selene parpadeó, sacudiendo la cabeza como si despertara de un sueño—. ¿Qué...?
Un estruendo resonó por la caverna mientras Jace se lanzaba contra Rowan, su cuchillo destellando en la tenue luz. Los dos hombres cayeron sobre el suelo de piedra, gruñendo y arañándose mutuamente.
—¡Ahora! —gritó Dante, alejando a Selene del círculo tradicional.
Corrieron hacia un estrecho pasaje en el lado opuesto de la cámara, esquivando a los guardias que se apresuraban a proteger a Elara. El fuego de Selene seguía bailando sobre su piel, iluminando su camino a través de la oscuridad.
—¡Ivy! —gritó Selene, mirando hacia atrás—. ¡No podemos dejarla!
—Necesitamos un nuevo plan —gruñó Dante—. Elara espera que termines el ritual. No podemos caer en su trampa.