Elara sintió que la habitación giraba.
—¿Marcus es mi padre? —Sus piernas flaquearon, y Kael la atrapó antes de que golpeara el suelo.
—Imposible —gruñó Kael, sus ojos destellando peligrosamente—. Mi padre nunca...
—Es verdad —interrumpió Tobias, su viejo rostro marcado por el miedo.
La lluvia goteaba de su ropa al suelo de la cabaña.
—Luna Evelyn lo confirmó con su último aliento.
—¿Muriendo? —Ronan irrumpió por la puerta del dormitorio, con Darian justo detrás de él—. ¿Madre está muriendo?
Un relámpago destelló, iluminando el miedo en los rostros de los hermanos.
—Necesitamos irnos. Ahora. —La voz de Kael se volvió dura, su orden de Alfa llenando el pequeño espacio.
Tobias negó con la cabeza.
—No todos ustedes. Están esperando eso.
—¿Quién está esperando? —preguntó Elara.
—Marcus y sus fieles guardias. Los ha reunido en la casa principal. —Tobias tomó un respiro profundo—. Pero primero, necesitan escuchar la verdad. Toda la verdad.